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La pelota cubana: de Iowa a Nebraska

Omaha, Nebraska, ya alberga a los cubanos.

Omaha.- El inicio del duodécimo tope de beisbol entre Cuba y Estados Unidos ya ganó los primeros comentarios entre los aficionados de ambas naciones, donde este deporte es pasión y vida, en tanto no pocas interioridades vive la delegación cubana que llegó el 15 a Chicago y se trasladó por ómnibus hasta Iowa esa misma noche.

La selección nacional y los periodistas -llegamos al día siguiente de los peloteros-, recibimos en Des Moines, capital del estado Iowa y sede del primer desafío, un calor comparable al de nuestro archipiélago (35 grados), que llega a ser insoportable para la población local, casi ausente de las calles mientras el astro rey ilumina, por cierto, hasta pasadas las 8 de la noche.

Mucho respeto por parte de los aficionados que gustan de las bolas y los strikes recibimos también en las dos sesiones de entrenamiento de nuestro conjunto, presenciadas por niños, jóvenes y unos 40 scouts, quienes vienen a buscar su mayor pastel entre los colegiales estadounidenses, aunque no es descartable que lancen alguna que otra oferta millonaria a los nuestros.

Entre col y col escuchamos en las gradas del Principal Park no pocos comentarios elogiosos sobre las virtudes de Yasmani Tomás, José Miguel Fernández, Vladimir García y Raciel Iglesias, al tiempo que entre los norteños los más agraciados por los cazatalentos del béisbol profesional parecen ser los lanzadores Carlos Rodon, Ryan Burr y Presto Morrison, sin descartar al receptor que actuó como designado Kyle Schwarber.

Pero en Iowa vimos más cosas. Una ciudad casi desértica en las primeras horas del día y hasta bien avanzada la tarde, limpieza pulcra en todas las calles y establecimientos, al menos tres vagabundos dormidos en paradas de ómnibus y una vida nocturna de mucha cerveza, música en vivo y jóvenes entusiastas, que bailan preferentemente canciones country y rock.

Tras la victoria de los anfitriones en once entradas, más de 15 minutos de fuegos artificiales quitaron la calma de una noche cerrada y amenazante de lluvia. Preguntamos y rápido nos respondieron: estamos celebrando la victoria como más nos gusta: con luces, muchas luces sobre nuestras cabezas.

Hasta bien entrada la madrugada, no menos de treinta personas se apostaron con paciencia estoica a la salida del club house de Cuba para un autógrafo, una foto o simplemente llevarse el recuerdo de una sonrisa de algún jugador antillano, que otra vez dieron prueba de amabilidad y amistad con niños y jóvenes que aspiran algún día a batear, lanzar y fildear como ellos.

Omaha, en Nebraska, recibió a la comitiva cubana con calor y poca humedad. La tierra de Malcom X luce más animada que Iowa en cuanto a la presencia humana en las calles, sin embargo, otra vez algo se enrarece en el pensamiento del visitante cuando vemos amplios cultivos de maíz a una orilla de la carretera y un parque eólico de varios kilómetros en la otra. ¿Etanol y energía eólica a flor de piel? Sí, afirma seguro el chofer que nos transporta.

La poca prensa local a que hemos tenido acceso no ha hecho mención al tope beisbolero entre cubanos y estadounidenses, pero sí ocupa titulares el fútbol americano, la continuación de las Grandes Ligas y el abandono de la escuadra nacional del zurdo Misael Siverio, calificado por el mánager Víctor Mesa como un suceso que ya olvidó nuestra selección, concentrada ahora en ganar los juegos con los ochos restantes lanzadores y 23 peloteros en total.

Desde el año 1996 Estados Unidos no vivía un “dual meet” de esta envergadura en béisbol. La entidad USA Baseball, organizadora del match, se muestra receptiva y celosa con el más mínimo detalle, y espera que la afición en esta ciudad de Nebraska supere los cinco mil que presenciaron el primer partido, aunque el plato fuerte en público debe ser en Carolina del Norte, sede principal del béisbol universitario de este país.

Así han transcurrido las primeras horas de un evento complicado por las distancias entre ciudades, pero que agradecen ambos países como ejemplo de las relaciones que pueden existir, sin obstinación ni bloqueo económico. ¿Será la pelota un jonrón necesario para ello? Ojalá….

(Joel García, enviado especial)

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