En tal sentido, resulta imprescindible, como acordó la Comisión Organizadora del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), lograr cuanto antes la efectividad necesaria en el enfrentamiento al delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales para erradicarlos.
Mucho puede hacerse en cada colectivo laboral del país y esencialmente en las organizaciones sindicales en los diferentes niveles. Nada de lo que ocurra en las entidades puede resultar ajeno a los trabajadores, quienes deben mantenerse a la vanguardia en esta batalla que precisa, como orientó Raúl, reconocer su existencia en toda la dimensión y hurgar en las causas y condiciones que propicien negativos comportamientos.
Hasta el momento el enfrentamiento ha sido insuficiente y urge revertir esa situación.
Corresponde al movimiento sindical y a todos sus afiliados contribuir a erradicar ese flagelo y crear una conciencia colectiva que no tolere lo mal hecho, combata de manera enérgica las conductas nocivas y tenga como propósito esencial elevar los valores éticos. Debemos exigir que en cada lugar se cumpla lo establecido en las leyes y regulaciones, sin extremismos ni campañas coyunturales, y fortalecer la exigencia de manera permanente, con rigor e intencionalidad.
La dirección de la CTC ha orientado acometer de inmediato un grupo de acciones, entre las que figura incorporar estos análisis, de manera permanente, en el orden del día de las asambleas de afiliados y de representantes, escenarios donde participen de manera activa los cuadros principales en los colectivos donde este fenómeno adquiera mayor envergadura.
Como se ha definido, la batalla económica es la dirección principal de la organización, a tono con lo acordado en el VI Congreso del Partido.
En tal sentido, corresponde a los trabajadores ocuparnos por el cumplimiento del plan de prevención de riesgos, la situación de las cuentas por pagar y cobrar, la disciplina laboral y tecnológica, el aprovechamiento de la jornada y los resultados del control interno, de las auditorías y de verificaciones fiscales realizadas por los organismos competentes, así como por el plan de medidas para erradicar los problemas señalados.
Es necesario el estudio de la efectividad y organización de la guardia obrera, atendiendo a las particularidades de cada centro, y evaluar la participación de los trabajadores en ella; solicitar a las administraciones el cumplimiento del deber legal y ético de responder e informar en el seno de los colectivos laborales acerca de la gestión en el manejo de los fondos, bienes o recursos asignados, asunto que debe quedar plasmado en los convenios colectivos de trabajo, y exigir que una vez concluida la presentación del plan y el presupuesto se dé a conocer el de prevención, y la aplicación de la Resolución No. 60 del 2011, de la Contraloría General de la República, a fin de establecer el compromiso de los trabajadores con la aplicación consecuente de las normas de control interno.
En ese sentido, es vital que cada colectivo enfrente con rigor los hechos delictivos que puedan acontecer en su radio de acción, enfatice en las causas y condiciones que los provocaron, al tiempo que debe sistematizar la rendición de cuenta del sistema de protección física, pero lo más importante será siempre, tomar las medidas pertinentes para que no ocurran sucesos de ese tipo.
Los organismos de dirección del movimiento sindical han de valorar integralmente el asunto y medir el impacto de la participación de los trabajadores en la erradicación de esas conductas negativas.
Cada sección sindical ha de propiciar que sus afiliados razonen qué más pueden hacer a partir de las condiciones existentes en cada entidad, sin conformismos ni pesimismos, y situar por delante la actitud revolucionaria y valiente de cada quien, con el espíritu de afrontar el problema y resolverlo de manera definitiva, en aras de edificar —para las actuales y futuras generaciones de cubanos— una sociedad más sólida, ordenada y disciplinada, con elevados valores morales, y cívicos, en la cual primen la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez, la sensibilidad y la solidaridad.
El momento exige fortalecer la prevención y el trabajo político e ideológico, y ser más combativos ante las ilegalidades e indisciplinas y la ocurrencia de hechos delictivos.
Como señaló el General de Ejército Raúl Castro Ruz el pasado 7 de julio, “lo que nos corresponde es levantar el ánimo y el espíritu de combate y enfocarnos en la gigantesca y paciente tarea de revertir la situación creada”.
Los trabajadores cubanos jamás le han fallado —ni le fallarán— a la Revolución.