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El arte puede dar jonrón

Foto: José R. Rodríguez Robleda
Foto: José R. Rodríguez Robleda

Raydel López tiene 43 años y desde el 2002 integra la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA). Quizás al­gunos ni siquiera lo conocen en su natal Matanzas y les parezca algo raro que hablemos de arte en una página depor­tiva. Tampoco dice mucho que estudió mecánica y gusta desde hace más de dos décadas del trabajo con barro, piel y pintura.

Sin embargo, si les digo que se tra­ta del autor del cocodrilo que sirve de mascota oficial para el equipo de béis­bol de la provincia, muchos comenzarán a entender esta historia. De su pequeño taller, con un grupo de creación artísti­ca —cinco jóvenes entre 23 y 25 años—, han salido mascotas para las 16 selec­ciones de la serie nacional, expuestas en el estadio Victoria de Girón.

“Todo empezó en el Juego de las Estrellas del pasado año. Se me ocurrió hacer el cocodrilo, porque aunque re­presenta a Cuba, es símbolo de nues­tra Matanzas. Lo hice pitcheando, co­rriendo, fildeando, pero el de mayor aceptación fue bateando. Suman ya miles de cocodrilos”, comentó feliz el artesano.

“La idea de extender a otros equi­pos las mascotas ha sido bien acogida por algunos territorios, como La Ha­bana, con sus leones. Quisiera seguir esa línea del deporte e incursionar en figuras humanas, aunque me ha­ría falta un horno más grande”, acotó Raydel, quien tiene hoy pedidos para hacer cocodrilos médicos, gastronó­micos, músicos y hasta karatecas.

Los muchachos del grupo de crea­ción también tienen mucho que con­tar sobre esta experiencia. Malbis González reconoció que trabajar con barro es bastante engorroso porque es muy frágil, en tanto Jorge Antonio precisó que limpiar las piezas es lo más difícil de las horas que permane­cen en el taller.

Rodolfo Valido y Yosel Hernández coinciden en que el mejor barro es el proveniente de Pinar del Río, mien­tras Víctor Torres agradece a Raydel la oportunidad de ser parte de un pro­yecto que cada día va tomando más fuerza, específicamente en el deporte, con nuevas ideas.

Sin ánimos de sellar la conversa­ción, el autor de las creativas mascotas defendió la posibilidad de que los artis­tas de todas las provincias se acercaran al béisbol y otras disciplinas. “Di un jonrón con mi cocodrilo, pero necesita­mos más iniciativas para complementar el espectáculo sociocultural que es la pelota”, dijo.

Más allá del relato sobre a quién le regaló su primera pieza, las innumera­bles anécdotas vividas en las ferias o en el propio estadio yumurino, así como el apoyo total que recibe de su familia, nos despedimos de Raydel convencidos de que es posible encontrar personas en este país capaces de unir cultura y de­porte con buen arte y luz propia.

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