La otrora Quinta Santa Elena atesora casi 200 guayaberas resguardadas en el interior de las esencias coloniales que fluyen entre sus paredes.
Vinieron desde lugares diversos de Cuba y el mundo, con credenciales afianzadas por dueños que han brillado en la literatura, la ciencia, la música, la política o la danza. Así llegaron a la villa del Espíritu Santo y desde entonces cuentan historias tácitas sobre sensaciones contenidas en un demi plié de Alicia Alonso, la metáfora precisa de Gabriel García Márquez o en la sencillez de aquel arañero llamado Hugo Chávez que, al llegar a la presidencia de Venezuela, conquistó para siempre el corazón de Latinoamérica.
Lo que comenzó como una reanimación cultural, con tan singular camisa como leitmotiv, ha devenido proyecto de desarrollo local en la quietud inherente a esta añeja ciudad.