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La mejor tajada

Manos a la obra para catar la piña MD2 exportable. Foto: Robeto Carlos Medina
Manos a la obra para catar la piña MD2 exportable. Foto: Robeto Carlos Medina

Los agricultores no se sientan a la sombra a contemplar el parto pródigo de la guayaba enana, inducido por el capital humano del reino de los frutales en que se transforman las tierras rojas de la empresa agroindustrial Ceballos, de Ciego de Ávila.

Sus cuerpos destilan durante la doble jornada de labor. Pero en las plantaciones, más fuertes que el fogaje, son para los obreros las motivaciones. “Estamos atendidos”, “todo marcha bien”, “no tengo quejas”, declaran quienes siembran, podan, fumigan, acopian… para sacar tajadas con la eficiencia.

Así ellos “saborean” los frutos: más de 15 millones de pesos de utilidades en lo que va de año, un salario promedio mensual por trabajador de mil 50 pesos y la diversificación que posibilita, además de la producción a gran escala en el combinado, elaborar en las minindustrias unas 450 toneladas mensuales de conservas con destino a la población y los organismos priorizados.

El amor no solo por la cocina
Reina Moreno Garachana, secretaria general del buró sindical, comenta que la “yunta” administración-sindicato hala parejo. Al respecto, explica que “el amor aquí no solo entra por los surcos y la cocina, se hizo un programa con el objetivo de declarar pronto los comedores con la condición de modelo.

“Faltan detallitos para lograr el objetivo”, afirma Reina y pone de ejemplo a la instalación que simboliza un fortín de la otrora Trocha de Júcaro a Morón. Desde el mirador del comedor de la finca  se observan los suelos nivelados y el color intenso del follaje.

Dentro, la higiene es impecable y el menú variado. “Los alimentos son bien elaborados”, dice Heidy Domínguez, podadora. “Ofrecen cerdo, pollo, pescado, no falta el plato fuerte”, asegura Yordanis Abreu, cosechero. “Casi siempre hay siete ofertas en el menú”, alega Yoendri Díaz, entre los destacados en el guayabal.

Mientras en los piñales, Boris Aguilera, sembrador y dirigente sindical, cuenta que “antes teníamos un comedor rústico debajo de una mata, traían la comida dando bandazos en una carreta, las bandejas se llenaban de polvo, hoy tenemos una instalación cómoda y al lado un área de descanso para coger un diez al mediodía”.

El fitosanitario Omar García subraya que ahora hay nevera, ventiladores, buen trato en los horarios de merienda y almuerzo, cuestiones estas que salen en las encuestas.

Ángel Pompa, uno de los avezados piñeros, resume el sentir de sus compañeros: “Con la nueva variedad MD2 todo prospera, el comedor cerquita, el salario crece, los medios de protección a la mano, la piña multiplica los rendimientos”.

A trabajadores contentos…

“Aquí soy la única compañera y no me acomplejo porque dirijo a 16 hombres muy productivos”, dice Danny Luz Paumier. Otro campo cercano tiene abundancia de guayabas con aroma de mujer. Las féminas representan el 63 % de la fuerza total y el líder del equipo es el Flaco, así le llaman al jefe del colectivo.

“Lo esencial es la aplicación óptima del fertirriego, el fitomas, el humus de lombriz y la fórmula completa, lo cual posibilita obtener 20 toneladas por hectárea, y eso que no ha llegado la cosecha grande que comienza en julio”, destaca Onel Ramos.

“Esta es la finca más grande con 105 hectáreas donde se promedia entre 800 y mil cajas diarias”, enfatiza Yanet Montalvo, responsable de cosecha, quien argumenta que “no hay pérdidas, pues la guayaba de rechazo es utilizada en la lombricultura, la madura y la pintona en la industria y la verde se comercializa con el Turismo”.

Osley Pérez Martínez, jefe de brigada, considera que influyen en tales dividendos los sistemas de pago y la tienda de estímulos por puntos acumulados según el aporte individual.

“Hoy acopiamos en nuestras fincas unas 3 mil 500 cajas de guayaba cada día, lo cual facilita el cumplimiento de las entregas planificadas y, como hay una superproducción, se envían para la venta a la población como frutas frescas en provincias orientales y centrales”, añade Osley.

La media naranja asegura el futuro

Cuando la enfermedad Huanglongbing o dragón amarillo comenzó a hacer estragos, los citricultores avileños empezaron en el 2008 a demoler mil 120 hectáreas sembradas y otras 4 mil con más de 30 años de explotación.

El ingeniero Wilver Bringas Fernández fue uno de los que emprendió el camino para buscarle a la empresa su media naranja y la encontró: “Hace un lustro iniciamos un programa de desarrollo rápido y sostenido”, declara el director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de cítricos y frutales en Ciego de Ávila.

“Tenemos  526 hectáreas de cítricos en etapa de fomento y el plan de siembra para este año es de 300, para lo cual contamos con un vivero multiplicador y otro comercial, con una capacidad de producción de 200 mil posturas anuales; incluso, con la introducción del vivero tecnificado techado, se garantiza que la postura llegue al campo sin enfermedad.

“El crecimiento de las áreas de mango de distintas variedades, y de la guayaba Enana Roja 18-40, continúa actualmente mediante un programa que abarca al sector estatal y el cooperativo-campesino, hasta llegar a las 14 mil hectáreas de frutales en el 2018”.

En el caso de la piña, el directivo destacó los envíos a otros países de la variedad MD2, cuyo producto y otros renglones exportables han reportado ingresos por más de 3 millones 830 mil dólares.

No obstante logros y estrategias, Wilver concluye que “lo más importante es ocuparse de las soluciones a las inquietudes de nuestros subordinados, esto nos ha demostrado que, cuando los trabajadores están contentos, mayores son los rendimientos agrícolas”.

En la empresa agroindustrial Ceballos son exquisitas las guayabas, las frutabombas, los mangos, las piñas. Aunque la atención integral a sus hombres y mujeres es la mejor tajada, aportadora de tanto “jugo” a la economía cubana como las frutas frescas.

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