El evento, que se dedica a la salud sexual y reproductiva, dedica un espacio al papel que han desempeñados los profesionales de la enfermería en la detección precoz de enfermedades, en los pesquisajes, así como en la atención y tratamiento a personas que padecen o creen padecer enfermedades de transmisión sexual.
En su conferencia La salud en Cuba después de 1959, Estruch Rancaño hizo un recuento de cómo comenzaron a insertarse en los principales programas de la salud, entre ellos los de vacunación. Informó que en el país se han aplicado 400 millones de dosis de vacunas, con un promedio de 6 millones anuales, las cuales han sido ejecutadas por las enfermeras y enfermeros de la atención primaria de salud. Dijo que los médicos hacen esos programas y los científicos obtienen los productos, pero que son esos profesionales los que realizan las acciones que ellos indican.
En este sentido destacó el papel del personal de enfermería en la detección de enfermedades de transmisión sexual, como son la blenorragia, el condiloma, la sífilis y el SIDA.
También destacó la contribución al programa materno-infantil, mediante el cual con la atención en las consultas de riesgos pre-concepcionales, a las embarazadas y al niño han evitado la muerte de más de 22 mil 500 infantes. Muchos extranjeros destacan los avances de Cuba en este proyecto y la catalogan como el mejor lugar del mundo para desarrollar un embarazo.
También enumeró el aporte de ellas a la eliminación o reducción de enfermedades como la tuberculosis, la tos ferina, el paludismo, la lepra y otras, que antes de la Revolución constituían causa de muerte de numerosos cubanos.
Estruch Rancaño también dedicó espacio a reconocer la labor de las 5 mil 116 enfermeras y enfermeros que desarrollan programas de salud en diferentes países del mundo mediante las misiones de colaboración, lo cual constituye un gran reto pues muchas veces se enfrentan a situaciones y enfermedades que son desconocidas en la isla.
