Se acabó la espera para Villa Clara en béisbol. Y uno de sus ídolos más grande, Ariel Pestano, puso fin a 18 largos años, con un jonrón decisivo que dio el triunfo 8-5 sobre Matanzas y con ella el título de la 52 Serie Nacional de Béisbol, el más añorado del deporte cubano.
La conocida Ciudad Naranja —nunca como ahora el estadio Augusto César Sandino enseñó su color más vivo— desató la alegría contenida con el último out, aunque la mayor explosión ocurrió en el sexto capítulo, cuando el receptor Pestano dio el jonrón más importante de su carrera deportiva –y quizás el último si finalmente se retira como dijo—, al desaparecer la esférica con bases llenas y sellar una racimo de cinco carreras.
Parecía el momento ideal, el juego de su vida para el cátcher más defensivo y polémico de la pelota cubana, quien disfrutaba su cuadrangular como si descargara con ese batazo todas las incomprensiones y exclusiones sufridas en los últimos meses, cuando quedó fuera del Tercer Clásico Mundial, pero reactivó su entrega al equipo que lo ha acogido por 22 campañas.
El festejo se completó con otra faena formidable de Jonder Martínez, un refuerzo de oro en el pitcheo, quien pidió confianza en el octavo inning cuando los matanceros se pegaron a dos en la pizarra y la recibió totalmente de la dirección del equipo hasta cerrar el partido con el auxilio de otro vuelacerca, del capitán Andy Sarduy, sin duda, la naranja más atragantada para unos cocodrilos valientes, que lucharon hasta el cierre por un sexto juego en su pantano.
Más allá de contar lo sucedido, el pleito conclusivo de una temporada bien larga —empezamos en noviembre hasta el 18 de junio— volvió a tener de todo un poco: decisiones arbitrales malas, empate en el marcador hasta la mitad del encuentro, jonrones claves e inolvidables, sonrisas y júbilo merecido para un equipo que clasificó de último a los play off y como ya pasó con Industriales (en la 49) y Ciego de Ávila (en la 51) alzó el trofeo de campeón.
Los rivales, los subcampeones yumurinos, lamentaron de nuevo que su talismán, Joel Suárez, no pudo pasar de la cuarta entrada en el box, al tiempo que el resto de los relevistas no pudieron contener la artillería naranja por más indicaciones y consejos de su incansable Víctor Mesa, un villaclareño devenido matancero que tal vez vivirá su noche más infeliz, pues sus dos amores, sus dos terruños viven hoy momentos diferentes, alegría y tristeza, fiesta y dolor.
Las primeras declaraciones del mánager ganador recordaron aquellas primeras que hiciera cuando muchos no lo daban con posibilidades de colarse entre los ocho primeros y luego en el cuarteto de semifinalistas. “Nadie confió en nosotros, pero los muchachos jugaron, se divirtieron y demostraron que nada hay más poderoso que la unidad y la disciplina por una causa”.
Cierra una Serie Nacional con la seguridad de que su campeón, Villa Clara, nos representará en la próxima Serie del Caribe en Isla Margarita, en febrero del 2014. Por el momento, la Ciudad Naranja tendrá como recuerdo el batazo de su Pestano, el título que le arrebataron a su también otrora estrella y director, Víctor Mesa, y el mar de pueblo que tiñó de música y béisbol la noche, cual expresión más auténtica de que nada se parece más a la vida que este deporte de las bolas y los strikes.