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Boris Luis Santa Coloma: “La verdad está de mi parte”

En la foto, tomada el 28 de enero de 1953, aparecen junto a Boris (el primero a la izquierda), Haydée, Elda Pérez, Melba Hernández y Jesús Montané.

En la foto, tomada el 28 de enero de 1953, aparecen junto a Boris (el primero a la izquierda), Haydée, Elda Pérez, Melba Hernández y Jesús Montané.
En la foto, tomada el 28 de enero de 1953, aparecen junto a Boris (el primero a
la izquierda), Haydée, Elda Pérez, Melba Hernández y Jesús Montané.

Cuando la madre, temerosa,  le advertía de los riesgos que  corría al pretender sacar a  la luz los negocios turbios de  los jefes de la compañía donde  trabajaba, el hijo le respondía  invariablemente: “La  verdad está de mi parte”.

Ninguna de las intrigas  urdidas por los implicados le  impidió concluir sus pesquisas  y tan contundente fue el  expediente que presentó sobre  los hechos, que los responsables  fueron separados  de sus cargos pero también  resultó despedido el valiente  autor de la denuncia: el  joven estudiante de ciencias  comerciales y trabajador de  la Frigidaire, Boris Luis  Santa Coloma.

Ya desde antes se había ganado  el odio de los patronos, a  quienes se enfrentaba constantemente  como secretario general  del sindicato que él mismo  había organizado.

Cuando se produjo el golpe  de Estado del 10 de marzo  de 1952, Boris organizó un  mitin en el centro y movilizó  al personal para repudiar el  cuartelazo.

Un mes después, la audacia  de Boris se volvió a  poner de manifiesto al dirigirle  al dictador una carta,  que el joven firmó con su  nombre completo junto con  su dirección para que el aludido  le contestara.

“En el día de ayer —escribió—  traté en vano de enviarle  un telegrama o inalámbrica,  que dada la negativa de los empleados  competentes de pasar el  mismo, vengo por este medio a  remitirlo directamente, y dice:  VI ‘LA CHATA’ FALTA ‘KUQUINE’  PARA COMPROBAR  CUÁL NOS COSTÓ MÁS”.

Era una abierta acusación  del robo al tesoro público que  practicaban los gobernantes de  turno, concretada en lo que Boris  denominó “los palacetes de  nuestros grandes hombres”. La  misiva quedó sin respuesta.

Mientras laboró en la  Frigidaire tuvo como compañeros  de trabajo e ideales  a Jesús Montané y a Vicente  Chávez. Los tres se convertirían  en dignos integrantes  de aquella generación que dio  continuidad con las armas en  las manos a la prédica emancipadora  de Martí en el centenario  de su natalicio.

El 27 de noviembre de 1952,  mediante Montané, Borisconoció  a Haydée Santamaría, Melba  Hernández y Elda Pérez.

Esa noche, Boris visitó el  apartamento de 25 y O donde  residía Haydée con su hermano  Abel y pronto se sumó a los  planes insurreccionales que se  gestaban bajo la dirección de  Fidel Castro, al punto de integrar  la dirección civil del Movimiento  que encabezó las acciones  del 26 de julio de 1953.

Su partida al escenario  del combate no tuvo nada de  solemne, simplemente entró  a la casa corriendo, tomó un  pequeño paquete, salió también  de prisa, le dio un beso  a su madre y le anunció:  “Voy a Varadero”.

En el juicio por los sucesos  del 26 de Julio, Ramiro  Valdés Menéndez declaró que  cuando en el Moncada se dio  la orden de retirada, él se encontraba  en compañía de Boris.  Más tarde supo que había  muerto pero no en combate,  porque el joven había salido  ileso hacia Siboney. “Boris  fue asesinado”, denunció Ramiro  con valentía.

Los detalles de lo ocurrido  formaron parte del desgarrador  testimonio de Haydée  ante los jueces: “En cuanto a  Boris, había ido a Siboney y  regresó al hospital para ayudarnos,  así lo hicieron prisionero,  ya él estaba a salvo”.

Y a instancias de los miembros  del tribunal, la muchacha  continuó aportando dramáticos  pormenores de la suerte corrida  por el joven combatiente:  “Un guardia preguntó cuál de  nosotras era Haydée, le respondí  que Haydée era yo, entonces  me pidió que dijera quién era  Boris y le dije que Boris era  mi novio. Le pregunté dónde  lo tenían, me dijo que al lado,  en una habitación; le pregunté  qué le habían hecho y lo que  me contestaron es lo que yo no  quería decir al tribunal por pudor…  me dijeron que le habían  extirpado los testículos… y todas  las demás torturas que le  habían hecho para hacerlo hablar.  Uno de ellos me dijo: ‘No lo  hemos matado todavía, puedes  salvarle la vida, di quiénes son  los que están metidos en esto…’  Yo le contesté: ¡Si él supo guardar  silencio, no voy a traicionarlo  ahora, criminales!… Rechazaron  eso de criminales, me  contestaron los guardias que  ellos no eran criminales sino  que cumplían con su deber, que  cumplían órdenes…; ¿de hombres  o de bestias?, les pregunté,  y me respondieron: ‘De nuestro  jefe, el coronel Chaviano, y de  Batista’”.*

Así, a los 24 años, cuando  solo le faltaban dos asignaturas  para concluir su  carrera universitaria, fue  segada la vida de Boris Luis  Santa Coloma, que murió  como había vivido: con la  verdad de su parte.

*El testimonio de Haydée está  recogido en el libro La Generación  del Centenario en el juicio  del Moncada, de Marta Rojas.

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