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A la vista: Campeones

En Villa Clara la alegría es desbordante. Todo es efervescencia. Al terminar el cuarto partido de  este play off, los fuegos artificiales anunciaron el tercer triunfo que acerca la soñada victoria.

La posibilidad de coronarnos campeones en esta Serie Nacional de Béisbol, después de haber estado a las puertas del triunfo por más de una década, es una añoranza.

Esta tarde el Sandino ha sido una ola naranja gigante. A coro la afición llevó el ritmo de las más inusitadas melodías, creó otras, repitió estribillos,  incluso aquellos que saben que nada entonan cantaron, danzaron congas o bailaron el Rucurrucu, algo que quizás nunca harían en público si no estuvieran en el estadio.

Aquel gritó, el  que está a su lado se agitó, el otro se alteró, este dijo de antemano lo que el bateador o el lanzador iban a hacer, todos opinaron, rieron, saltaron, abrieron los brazos, en fin disfrutaron… Es que el estadio lo cambia todo y si se está ganando lo cambia más…

Esta vez es diferente, dicen muchos aficionados, ahora sí que el campeonato está en las manos. Hay quienes añaden como ingrediente especial el quererle ganar a Víctor Mesa. Extraño comentario porque ese mismo aficionado años antes aplaudió con fervor al jugador estelar, lo único que ahora es su contrario.

También se habla de matices folclóricos que rondan el  Coliseo naranja, matizándolo de fetiches y cultos sincréticos que hacen más criollo el espectáculo, pero lo cierto es que más que Changó y Yemayá abundan naranjas y cocodrilos.

En Villa Clara se vive la pasión del que tiene en sus manos el triunfo próximo, esa extraña sensación es visible en los rostros de la afición. Esta vez algo nuevo sucede: se confía en el equipo.

Y es que el conjunto tiene coraje, se ven diferentes;  tal vez porque funcionó la ecuanimidad, la modestia y el respeto que imprime Moré con la experiencia de Pestano y Borrero, posiblemente la alegría de los más jóvenes con la de los refuerzos que llegaron hicieron buena química. No hay duda que tener a un hombre gigante como Freddy Asiel es un privilegio; quizás todo junto y algo de lo que dice la afición han dado ese extra  e impulsado el ímpetu.

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