Una primera fase contemplan la remoción de las piezas menos dañadas de las 15 que atesora el céntrico templo.
Según los ejecutores, la rehabilitación del primero de los vitrales se encuentra a un 80 por ciento. Se prevé el desmontaje del resto para su restauración paulatina.
Al concluir esa etapa, comenzarán a colocar la protección definitiva de los ventanales, lo cual conllevará ubicar cristales de más de ocho milímetros de grosor, muy resistentes a los huracanes.
Gran parte de los vitrales, los más dañados, serán trasladados a Burgos, donde radica el taller de la empresa, el que cuenta con el equipamiento y la tecnología para repararlos.