Por Leslie Alonso Figueroa, estudiante de Periodismo
Dora Elaine Walter Peña labora como auxiliar de limpieza en la panadería El Trigo, perteneciente a Marcané, municipio de Cueto, Holguín, oficialmente por contrato desde el 14 de mayo del 2009 en el puesto de Leonida, compañera que está desde entonces en proceso de peritaje médico.
El 31 de mayo del 2010, bajo la política de reordenamiento laboral, a Dora le cerraron el contrato, con el compromiso de que siguiera trabajando hasta que reabrieran una plaza y obtendría como salario una colecta de los panaderos, pues su labor como auxiliar de limpieza era imprescindible.
Resulta que han transcurrido todos estos meses y siempre recibe una excusa distinta, todo queda en comentarios respecto al contrato y Dora no puede renunciar a este modo de trabajo, porque es el sostén de su casa y tiene un hijo, estudiante universitario, a quien mantener.
Con fecha del 20 de marzo del 2013, esta holguinera suscribe su carta a Buzón abierto, y alega que el jefe de Recursos Humanos de la empresa le informó la decisión de “que en esa plaza no quería más mujeres”. Según acota en su misiva, pasados tres o cuatro meses el administrador contrató a su hermano, en la plaza que supuestamente le habían prometido a ella.
Dora sufrió una caída y no pudo acogerse a un certificado médico por su condición de trabajadora sin contratar y en días pasados el administrador le hizo una propuesta.
“Para poder hacerme un contrato por un tiempo tenía que aceptar distribuir toda la producción a las unidades y los organismos, además de realizar la limpieza, oferta que no acepté”, explica en su carta.
“Se han adoptado métodos como para que decida irme, pues parece que se encuentran violando las leyes y luego todo vuelve a la normalidad”, añade.
Entonces, Dora no se merece la plaza ¿por ser mujer, o por no ser la hermana?