Hay muchas cosas para no olvidar en la pelota cubana, pero la remontada del equipo de Matanzas sobre Sancti Spíritus en el octavo capítulo del último juego semifinal de la 52 Serie Nacional de Béisbol ya clasifica entre las más increíbles, pues las 10 carreras de esa entrada no solo cambiaron el marcador del juego, sino que le dieron el pase a la discusión del título más cotizado en nuestro deporte.
La historia adquiere matices más dramáticos si nos percatamos que ocurrió a cuatro outs de la victoria espirituana, con un marcador favorable a los de casa 5-0, que los llamados cocodrilos yumurinos tuvieron que remontar a fuerza de batazos de José Miguel Fernández, Yurisbel Gracial, Yadiel Hernández, Lázaro Herrera y Víctor Víctor Mesa, en tanto Frank Navarro tiró las últimas cuatro entradas sin permitir anotaciones.
Tras una ventaja inicial de tres carreras y la salida del box de uno de los mejores lanzadores matanceros, Jorge Alberto Martínez, la afición que repletó el estadio José Antonio Huelga, parecía dispuesta a festejar la victoria más esperada quizás de los últimos 30 años en esa provincia, pues la única corona nacional conseguida la lograron en el lejano 1979.
Como para aportar su grano de arena a un éxito casi consumado, Yulieski Gourriel desapareció la pelota del parque en el quinto episodio con un corredor en base. Sin embargo, tras la salida por límite de lanzamientos del novato Norge Luis Ruiz – lanzó y dominó a su antojo a los cocodrilos-, otro gallo cantaría, pero no precisamente espirituano.
Las mordidas matanceras en un interminable octavo ininng hicieron llorar a muchos aficionados, que no podían creer la remontada de 10 anotaciones ante el desfile de seis pitchers espirituanos. Era un remake más fuerte de lo que ellos mismos habían hecho contra los yumurinos en el segundo partido semifinal, cuando faltando un out fabricaron cinco carreras y vencieron 6-5.
Visto con más calma ese fatídico octavo episodio, quizás Yovani Aragón sacó demasiado rápido a Yaisel Sierra y demoró más de la cuenta al veterano Angel Peña, en tanto la estrategia de no pasar a Herrera para llenar las bases con dos outs seguirá siendo muy discutida. Lo cierto es que los nueve imparables de los matanceros resultaron una mordida espectacular que a la postre definió el pleito y con ello el boleto a la final.
Todo lo positivo e histórico de esa remontada tuvo un antecedente desagradable y poco consecuente con el espectáculo en la cuarta entrada, cuando el mánager Víctor Mesa fue expulsado por protestar un dudoso pelotazo a Manuel Benavides. No es posible perder los estribos por algo que no definía el partido y que era una jugada de apreciación de la autoridad principal, el árbitro Luis César Valdés, quien apreció foul en lugar de desball.
Ojalá y la lección se entienda, pues si bien la pelota no es para señoritas y hay decisiones que calientan la sangre, tampoco es para faltarle el respeto a una afición que va a presenciar béisbol, no insultos o discusiones que empañen una semifinal como esta.
Con el resultado, Matanzas aseguró el segundo puesto de la tabla de posiciones- mejoró un escalón respecto al 2012-, y desde el martes enfrentará a Villa Clara en su sede del estadio Victoria de Girón, donde seguramente habrá que ir bien temprano para poderse acomodar.
A Sancti Spíritus un reconocimiento mayúsculo. Es cierto que otra vez no pudieron superar la presión de ganar el juego bueno, el que no se puede perder, pero la imagen dada en los dos últimos desafíos fue la de un gallo que pelea, con un mentor debutante como Aragón cuya principal virtud es haberse ganado el respeto de su gente por la inteligencia y el liderazgo que ejerció en sus pupilos.
Ahora solo resta disfrutar la final Matanzas-Villa Clara, con todo el morbo y rivalidad deportiva que tendrá. ¿Se atreve alguien a dar un ganador?