Sobre la prensa escrita, de sus hacedores, y de mucho más, se debatió días atrás en el evento ramal, antesala del 9no. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), que tendrá lugar en julio venidero. A un lustro del último encuentro de este tipo, el debate se tornaba imprescindible porque, aun cuando quedan en el sector reclamos sin resolver, era necesario confrontar opiniones, actualizar el discurso, establecer correspondencias entre el ser y el deber ser de nuestros periódicos, revistas y publicaciones en general.
De alguna manera, los análisis giraron en torno a la pregunta “decisiva” del destacado colega José Alejandro Rodríguez, de Juventud Rebelde (Premio Nacional de Periodismo José Martí), respecto al periodismo que requiere el país en medio del nuevo modelo económico que nos hemos propuesto. Pepe, como le llamamos, ratificó el papel del Partido en la batalla ideológica y, con la sapiencia del profesional consagrado, se refirió a la necesidad de “soltar las amarras del arraigo institucional”.
Dicho en otras palabras, que junto a una política informativa inteligente, coherente y actualizada, que jerarquice los temas de la cotidianidad que más preocupan a la opinión pública, resulta fundamental el talento, los valores y, sobre todo, el valor de los periodistas, capaces de discernir lo superfluo, lo intrascendente, y de reflejar en los medios los intereses de las grandes masas.
Que la prensa cubana no siempre es portadora de mensajes creativos, que muchas veces resulta repetitiva, que tiene vacíos informativos, y no “toca” los asuntos más sensibles de la población, eso es cierto.
Como también lo es —y por lo cual se nos coloca en la picota pública— que muchos organismos permanecen impasibles, son lentos a la hora de brindar la información o nos la escamotean; actuar imperdonable cuando se trata de divulgar, explicar o argumentar una noticia o un hecho de gran trascendencia popular.
La defensa de la Revolución pasa también por la credibilidad de la prensa, tal y como se dijo en ese espacio —y como al fin y al cabo esta es lo primero que debemos defender—, se impone un accionar que se corresponda con las exigencias actuales, expresadas en los Objetivos de Trabajo aprobados en la Primera Conferencia y en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido, guías que nos permitirán avanzar en el camino hacia una sociedad más próspera y sostenible.
Mentalidades tenemos que cambiar todos; periodistas, dirigentes, los directivos de los medios, quienes deben ejercer una labor exigente, a fin de desterrar productos comunicativos banales, apologéticos, retóricos, de mala factura.
Ellos están en el deber, además, de cambiar estructuras en las redacciones, establecer modelos dialógicos, “en la que editores y periodistas construyan la política informativa con mayor democracia”, como expresó Pepe.
La sociedad cubana actual no se parece a la de años atrás y la prensa —junto a la UPEC— no puede quedar al margen de esta realidad, sino al contrario. Junto al Partido, el Gobierno y demás organizaciones, los medios de comunicación tienen la responsabilidad de encauzar el pensamiento social hacia lo más avanzado en el campo de la política, la ciencia, la educación, las artes; promover la institucionalidad y las mejores prácticas de la legalidad socialista, entre otras muchas funciones.
Para lograr esto una condicionante será la contribución de todos, y quizás la mejor manera de entenderlo la expuso el colega de este semanario, Francisco Rodríguez, cuando aseveró: “El Partido es la línea del ferrocarril que orienta como avanzar la locomotora, que es el Estado, y la prensa tiene que ser no un raíl de esa línea, sino un vagón más en el tren, y no el último”.
Como en otros sectores de la vida, las transformaciones para bien no pueden esperar a mejores tiempos. Hay aspectos que no dependen del bloqueo imperialista, ni de mejoras económicas o avances digitales. Los cambios para lograr un periodismo superior y de mayor calidad deben nacer en la propia base, y como las raíces extenderse a todo el árbol. Con periodistas capaces, inteligentes y comprometidos, contamos en nuestras filas.