El reencuentro de Marianela Boán con el público de La Habana, con la gente que durante años siguió su trabajo como coreógrafa y bailarina, ha sido muy emocionante. Daba fe ella misma este sábado en el escenario de la sala Raquel Revuelta, después de la presentación de su obra Caribe Deluxe, que fue defendida por la Compañía Nacional de Danza Contemporánea de República Dominicana. Ese fue uno de los platos fuertes de la Primera y última Plataforma de la Danza Cubabaila 2013, que concluyó este domingo.
Era de esperar, las credenciales de Boán son suficientemente conocidas, pero resultó bueno comprobar que el discurso de la coreógrafa mantiene esa frescura, esa contundencia investigativa, esa expresividad inquietante a las que nos acostumbró durante sus años al frente de DanzAbierta (una compañía que, por cierto, ha sido la principal animadora de esta cita).
En Caribe Deluxe asistimos a otro “ensayo” social, zambullida ingeniosa y comprometida en el contexto más inmediato y polémico. La creadora recrea el abanico de contradicciones de la vida en el ámbito caribeño, donde coexisten la belleza y la violencia, las ganas de vivir y la pobreza.
Se trata de uno de esos espectáculos variopintos —“danza contaminada”, según Boán— en los que el entramado coreográfico está aderezado (quizás sostenido) con una proyección muy teatral, performática, decididamente dialogante con el espectador; con una banda sonora de amplio espectro, en la que intervienen los bailarines.
La sucesión de peripecias encontradas marca el espectáculo: la crónica tremebunda de un crimen alterna con la mención publicitaria de los encantos paradisíacos del destino turístico; la imagen desesperada de la miseria se matiza con el culto a la vida, la expresión extrovertida del amor. Ese es el Caribe, para bien y para mal. Marianela Boán no quiere enunciar alegatos panfletarios: “proyecta” los claroscuros.
Los intérpretes lucen cómodos. Un observador comprometido notará ciertos desniveles en la formación y las capacidades de los miembros del elenco, pero esta circunstancia no afecta la calidad de la propuesta. Tiene que ver con los presupuestos de la coreógrafa, que privilegia la capacidad de comunicar antes que la excelencia técnica estéril. Caribe Deluxe “habla” claro. Las metáforas suelen ser diáfanas, duras, directas… hasta el punto de que alguien pudiera echar de menos ciertos extrañamientos poéticos. Pero es que en las creaciones de Boán la poesía siempre va implícita. Como en la vida.