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Empeños por la vida

Las gestantes de alto riesgo reciben cuidados especiales en las instituciones   hospitalarias. Fotos: Betty Beatón
Las gestantes de alto riesgo reciben cuidados especiales en las instituciones
hospitalarias. Fotos: Betty Beatón

Como tendencia, la provincia de Santiago   de Cuba mantiene la tasa de mortalidad   infantil por encima de la media   nacional, situación que se intenta   revertir por la prioridad que tienen los   niños en la mayor de las Antillas.

La garantía de una niñez plena y   saludable no comienza precisamente   con el primer llanto, se gesta en el   propio desarrollo de la mujer en edad   fértil —12 a 49 años—, en el cual influyen   con similar fuerza tanto factores   relacionados con la salud como   con la cultura, el medio ambiente, la   educación y la sociedad, por lo que   la reducción del número de fallecidos   menores de un año requiere de   un enfoque multisectorial.

Causas y ¿azares? 

El parto pretérmino —genera el bajo   peso al nacer— es lo que más incide   en el indicador de mortalidad infantil   en la provincia, y está condicionado   por tres factores fundamentales:   hipertensión arterial, vaginitis o   infecciones del aparato reproductor   femenino, y anemia, precisó el doctor   Gustavo Frómeta, vicedirector   provincial de asistencia médica.

“La falta de una dieta balanceada,   el consumo excesivo de alimentos elaborados   a base de harina, el estrés, la   hipertensión, además de la poca conciencia   que aún existe del autocuidado   de la salud, son situaciones latentes   que en ocasiones desencadenan consecuencias   lamentables.

“Estamos conscientes de que dentro   del sistema de Salud hay que perfeccionar   muchos aspectos, pues existen   fisuras, debilidades organizativas,   falta de sistematicidad en la labor, aun   cuando rigor y exigencia no han faltado;   incluso, en el momento necesario,   se han aplicado medidas severas a   quienes han errado en su desempeño.

“Existe completa disposición del   personal, tanto en la atención primaria   como en la secundaria, de mejorar   los indicadores de la mortalidad   infantil, y lo que resulta más importante,   hacerlos sostenibles; cada cual   desde el puesto que le corresponde: el   hogar materno, las salas hospitalarias   de perinatología y neonatología, genética   médica…, en cada espacio en el   que se define una adecuada atención a   la madre y al niño.

“La aspiración para este 2013 es   alcanzar una tasa de 4,5 por cada   mil nacidos vivos, y en función de   ello se han diseñado y se aplican estrategias   y programas que liderea   nuestro sector, al que se integran   y deben hacerlo otros muchos más,   pues el indicador de la mortalidad   infantil es expresión genuina de desarrollo   y progreso social”.

Aquí y allá

Con una tasa de 1,0, el materno sur   Mariana Grajales está en estos momentos   entre las instituciones hospitalarias   de la provincia con más bajo   índice de mortalidad infantil, gracias   a una labor que se resume —en el decir   de la doctora Irma Mercedes Tumbarell   Villalón, directora del centro— en:   “hacer sostenibles los resultados que   alcanzamos y poner todos los recursos   humanos y materiales en función de   nuestros pacientes”.

En las salas de neonatología no se escatiman esfuerzos y recursos para salvar la
vida de los recién nacidos.

Así se aprecia en dos espacios   claves del centro, la sala de cuidados   especiales maternos o perinatología,   y en neonatología.

“En la primera es primordial el   diagnóstico y tratamiento oportuno   de cualquier enfermedad, principalmente   de los procesos hipertensivos;   en ese caso un equipo multidisciplinario   hace el manejo de la madre procurando   mantenerla estable, a la vez que   aplicamos inductores de la madurez   pulmonar para estimular al feto, previendo   un posible parto pretérmino”,   acota la doctora Arelis Montes de Oca   García, jefa de obstetricia.

“En neonatología es contar con el   equipamiento requerido para el intensivismo   neonatal, así como con los   medios para el diagnóstico oportuno   del recién nacido críticamente enfermo,   ambos garantizados al más alto   nivel, sumado a una elevada preparación   científica del personal médico y   paramédico que allí labora”, indica la   doctora Tumbarell Villalón.

Más allá de los muros hospitalarios   también se trabaja en la reducción   de la mortalidad infantil; bien lo sabe   Lisbet Alina Alvarado Puig, estudiante   de Sociología de la Universidad de   Oriente, quien anda involucrada en   una acción que tributa a este fin por   intermedio de la reducción del riesgo   reproductivo preconcepcional en las   féminas en edad fértil.

Como Lisbet, otro centenar de   mujeres de los municipios de Santiago   de Cuba y de Songo-La Maya   se entrenan con el concurso de especialistas   médicos para luego, en el   nivel comunitario, socializar el conocimiento   adquirido.

“El proyecto se nombra Nuestra   voz, nuestra mirada; lo conforman estudiantes,   amas de casa, trabajadoras   y muchachas desvinculadas laboralmente,   con edades entre 20 y 35 años;   recibimos capacitación en temas de   derechos sexuales, autocuidado femenino,   planificación familiar y maternidad   con calidad, a fin de propiciar   actitudes más responsables en el embarazo,   el parto, el cuidado y la crianza   de los infantes”.

Otro de los ámbitos que tiene prioridad   en el programa materno-infantil   es el de la promoción y educación para   la salud, dirigida con todo empeño a la   gestante y a su familia, escenario en el   cual debe dárseles atención a la futura   mamá y a su bebé.

“Igualmente nos involucramos en   estimular la lactancia materna para   crear una cultura y lograr comprensión   de los beneficios que ella aporta,   y que no continúe disminuyendo su   práctica, un hecho que se está manifestando   marcadamente en madres   adolescentes”, acota la doctora Ana   Guisande, pediatra y funcionaria de   la dirección provincial de Salud.

La genética médica, presente incluso   en el nivel primario de salud,   también contribuye al fin supremo   de salvar la vida de los menores de un   año, con la materialización de programas   básicos que detalla la doctora   Margarita Argüelles, especialista del   centro provincial de genética.

“Hacemos diagnóstico prenatal   ecográfico, diagnóstico prenatal de   hemoglobinas anormales, básicamente   la sicklemia; las investigaciones   citogenéticas para la detección   de enfermedades cromosómicas, así   como de defectos de cierre del tubo   neural por cuantificación de alfafeto   proteína; la conjugación de ellos   favorece la reducción de la mortalidad.   Un empeño mayor es la caracterización   del riesgo genético preconcepcional   a la totalidad de las   mujeres en edad fértil”.

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