(Por Lourdes Rey y Ramón Barreras)
Santa Clara.- Merecidos son los aplausos para el lanzador que “colgó” el cero en el pizarrón y el bateador que conectó una línea larga y “ancló” en segunda base, en franca posición anotadora. Esos son héroes indiscutibles de cada juego del actual play off, en cualquiera de los escenarios y tienen el mayor reconocimiento.
Pero hay otros que son anónimos, desconocidos por la afición, cuyos nombres y fotos no aparecen nunca en algún material periodístico. Pueden llamarse Juan, Manuel, Eustaquio…; solo son cercanos para sus familiares y compañeros.
Héroes al fin, merecen unas líneas, y ahí les van.
Se trata de los trabajadores de mantenimiento de los estadios de béisbol y específicamente los del parque Augusto César Sandino, en la centro meridional localidad de Santa Clara, donde juegan la postemporada los elefantes de Cienfuegos y los posibles leopardos o azucareros de Villa Clara (trataremos ese tema en otro material).
Desde que el play off se trasladó hasta esta ciudad la lluvia dijo: “Aquí estoy”, y se adueñó del escenario. Fue preciso postergar dos días el desarrollo del tercer partido debido a la elevada humedad del terreno.
“El Sandino no drena muy bien; es un estadio viejo”, afirmó un aficionado este jueves en horas de la tarde en una de las puertas de la instalación, mientras esperaba el anuncio oficial de si se jugaría o no. Eran las 3:30 p.m. y caía un torrencial aguacero.
Las bases estaban cubiertas con unas lonas impermeables y en no pocos sitios el agua permanecía encharcada. Todo parecía indicar que no se efectuaría el partido. Pero en cuanto escampó, los trabajadores de mantenimiento del estadio salieron para realizar con prontitud todo lo que les resultara posible. Igual habían hecho la noche anterior, bien tarde, según nos informaron.
Como una obra milagrosa, a las 9:00 p.m. el escenario estaba listo para comenzar el encuentro. Aunque muy húmedo, el terreno reunía las condiciones mínimas para jugar. ¿Las gradas?, repletas. ¿Los directivos, técnicos, jugadores, árbitros y anotadores?, listos.
Antes del primer lanzamiento se presentaron a los integrantes de cada conjunto. Y el aplauso cerrado de la afición congratuló a cada uno por haber contribuido a que su equipo llegara a la postemporada y estuviera entre los cuatro grandes de la pelota cubana.
Ni una palabra de elogio se expresó, al menos por la amplificación local, a los trabajadores de mantenimiento por su hazaña. Como todo obrero consagrado y comprometido, ninguno marchó a su casa a pesar del cansancio por la dura faena. Allí estuvieron todo el tiempo, para acondicionar el home a la altura de la quinta entrada, como es habitual, para asegurar una almohadilla si quedara suelta después de un deslizamiento fuerte o para correr con las mantas en las manos a tapar las bases si la “amiga” lluvia hacía de nuevo acto de presencia.
Cuando se premie y reconozca a los deportistas por sus méritos en esta serie, habrá que tener una deferencia con esos trabajadores que enfrentan con más voluntad que recursos materiales los estragos que la naturaleza provoca en el terreno y logran milagros que casi nunca son distinguidos como se merecen.