La plática entre reporteros especializados y protagonistas debe ajustarse cada vez más a la práctica internacional en infinidad de deportes, sobre todo en las etapas finales de los certámenes, campeonatos o copas.
Si los juegos televisados subordinan más de un aspecto a la transmisión (tiempo, horario y otros), las conferencias deben tener una mejor factura. Las preguntas de los periodistas no se escuchan y no siempre las respuestas son bien captadas por los micrófonos. La cámara queda fija en los integrantes de los equipos y jamás aparece el rostro de quien interroga.
No conozco si se debe a un problema de espacio del lugar donde se realizan o a la disponibilidad técnica, pero pudiera propiciarse, al menos, que los televidentes escuchen con claridad las interrogantes que se formulen.
He estado en varias celebradas en el estadio 5 de Septiembre, de la centro meridional provincia de Cienfuegos, y otras las he visto por la televisión. Y siempre me da la impresión de que se hacen con demasiado apuro.
Quizás sea porque no existe hábito de ellas o porque algunos directores de equipos y jugadores van demasiado contrariados cuando pierden el encuentro y sus respuestas son muy parcas o en tono inadecuado.
La muestra más fehaciente de ello sucedió este miércoles al concluir el dramático juego entre los gallos espirituanos y los cocodrilos matanceros, con final electrizante, propia del buen béisbol, un deporte que por lo general reserva para las postrimerías de los encuentros las mayores emociones, cuando se entrega el alma en el terreno como está ocurriendo.
Con esa derrota, los rojos yumurinos se situaron dos rayas por debajo de los yayaberos y ciertamente, desde el primer inning el juego se había ido hacia un solo lado. Faltando un out sucedió lo inesperado. Eso duele; no hay dudas.
Pero no todo está perdido para los batalladores peloteros del reverdecido Matanzas. Quedan cinco encuentros por disputar y el play off no se acaba hasta que se acabe.
¿Qué justifica entonces la inadecuada actitud de Víctor Mesa ante la pregunta de un periodista de la emisora Radio Sancti Spíritus? ¿Qué derecho tiene él de cuestionar la valía de una interrogante y muchos menos frente a las cámaras de la televisión en un momento donde millones de cubanos seguían las incidencias de la conferencia?
¿Admitiría el también director del equipo Cuba (pienso que a veces se le olvida esa responsabilidad) que un profesional de la prensa le cuestione públicamente uno de sus planteamientos, por demás siempre enérgicos?
Ya en un reciente programa Al duro y sin guantes la arremetió contra los periodistas que han criticado sus actuaciones o decisiones. Considero que no es su derecho y que además, no le corresponde, porque su papel es otro bien diferente. No se puede ser juez de todo y de todos.
He dialogado hoy con muchos aficionados en las calles de la ciudad de Cienfuegos. Ninguno ha dado su aprobación a la actuación del mentor de los yumurinos en la conferencia. Quienes tienen acceso a Internet encontrarán en Facebook muchas opiniones al respecto, casi todas de repudio al planteamiento del director técnico matancero.
No escribo estas líneas por elemental solidaridad con el colega espirituano, aunque no encubro tampoco esa intención. Lo hago en primer lugar porque considero que las conferencias de prensa deben ganar en lucidez, como está garantizada en los juegos, y con el propósito, primero, de hacer un llamado a Víctor a la cordura y al respeto, como él lo exige reiteradamente al equipo que dirige.
No pocos aficionados estiman que ha llegado el momento en que la Comisión Nacional de Béisbol o la dirección del INDER pongan freno definitivamente a los desatinos de otrora estelar pelotero villaclareño, porque sus actitudes empañan la buena salud de un béisbol que está cada vez más necesitado de disciplina, de responsabilidad, prudencia y respeto entre todos.
En esa misma conferencia —y así lo reconoció de inmediato un comentarista de la televisión— fue muy atinada la intervención de Yulieski Gourriel. Constituyó la otra cara de la moneda. Un pelotero todo coraje y calidad, que ha sido chiflado y ofendido inadecuadamente en más de un estadio, respondió con modestia y en un tono felizmente reflexivo la pregunta formulada.
Y no se debió a que su equipo ganó ese juego, sino a que puso la decencia por encima de cualquier molestia o agravio.
Las conferencias de prensa finales deben ser mejor atendidas por quienes las organizan, teniendo en cuenta, ante todo, el nivel profesional de quienes las conducen, el sentido preferencial para la prensa y la cordura pertinente, sea quien sea el que responda, aunque su equipo haya perdido 10 carreras por 0 y quede definitivamente fuera.
El respeto al derecho ajeno es la paz.