Según su criterio, lograrlo dependía únicamente de mantener una estrecha relación con ellas, sin que mediaran estructuras intermedias que limitaran la participación de los principales dirigentes sindicales en las actividades de los trabajadores. Ese modo de pensar lo avaló con su frecuente asistencia a las asambleas.
Sobre ese particular, Alfredo Suárez Quintela, quien durante muchos años se desempeñó como secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte, en cierta ocasión comentó a Trabajadores que Lázaro además de indicar qué hacer, enseñaba cómo hacerlo, y dedicaba largas horas a tratar cuantos problemas hubiera.
Luis Martell Rosa, por largo tiempo secretario general del sindicato azucarero, en una oportunidad aseguró a esta periodista que a quienes ocupaban responsabilidades dentro del movimiento sindical, Lázaro continuamente les recordaba lo imperativo de prepararse, estudiar y vincularse con la base.
Defender los derechos de los trabajadores
Señaló Martell Rosa que les inculcaba ir adonde se encontraban los trabajadores, hablarles y relacionarse con ellos. “Nos decía que en cada uno hay partes positivas, y se impone buscarlas, no con el ánimo de vencerlo, sino para convencerlo de lo que se le plantea, de la justeza del socialismo, del trabajo, de la honradez, del cumplimiento de la tarea asignada a cada cual”.
En ese sentido, Suárez Quintela indicó que solía decirles: “La gente es como es y no como uno quiere que sea, y como la gente es como es, no hay más remedio que trabajar con la gente, porque si la gente fuera como uno quiere que sea, entonces el mundo fuera una felicidad”.
Añade Alfredo que Lázaro siempre tuvo bien claro que aún en el socialismo hay intereses particulares de los trabajadores de defensa obligada, porque el hecho de que la sociedad en su conjunto no tenga contradicciones no implica que no se violen algunos derechos de los trabajadores”.
Para el ya desaparecido Faustino Calcines Gordillo, experimentado dirigente sindical y fundador de la CTC, Lázaro les enseñó que por encima de todo estaban la unidad y el derecho de los trabajadores, aunque les costara la vida, como sucedió con Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias y Miguel Fernández Roig, entre otros valiosos compañeros. A pesar de esos asesinatos, el inolvidable sindicalista supo mantener la unidad dentro del movimiento sindical y lograr la alianza entre los dirigentes de otras tendencias políticas.
“Lázaro se caracterizó por escuchar con suma paciencia cualquier criterio, independientemente del sector de donde procediera, y con su capacidad de razonar y convencer, desplegó una intensa labor educativa y aleccionadora. Por ello constituye un ejemplo de lo que debe ser un dirigente sindical que luche por la unidad”, enfatizó Calcines.