Tras las motos patrulleras y el esperanzador sonido de las sirenas, los carros cisternas penetraron raudos en las áreas del depósito de la Empresa Comercializadora de Petróleo, en la ciudad de Las Tunas, y en pocos segundos los combatientes desplegaron los medios técnicos y el sosiego invadió a los presentes.
El incendio no traspasó las fuentes de la imaginación, ni las hojas de un programa que lo organizó para comprobar en tiempo real la preparación de la brigada propia destinada contener esos flagelos y apoyar a las fuerzas especializadas en la sofocación.
Este ejercicio sirvió de colofón a la Jornada Nacional de Prevención Contra Incendios, que desde el pasado 2 de mayo, mantuvo a los tuneros como protagonista de acciones prácticas que defienden un lema que se perpetúa en la eternidad: Un incendio siempre puede evitarse, expresión afincada en el concepto de que la prevención es el mejor antídoto de estos males asociados, casi siempre, al descuido de las personas.
En la fecha señalada comenzaron las actividades en los ocho municipios de Las Tunas y desde el 13 asumieron la etapa nacional, en una larga jornada que permitió, según informaron especialistas, disminuir vulnerabilidades, y dar continuidad a la capacitación y entrenamiento de las brigadas voluntarias integradas por trabajadores en las distintos objetivos económicos, consideradas como el primer escalón en este frente de batalla por proteger recursos materiales y vidas humanas.
Durante esos días fueron evaluados los planes de emergencia en las distintas entidades del territorio, se realizaron inspecciones encaminadas a detectar vulnerabilidades y los niños presentaron círculos de interés sobre la materia como parte de sensibilizar a los mayores e ir creando en los infantes una cultura que permita en un futuro borrar las huellas de la negligencia, una de las causas fundamentales de los siniestros.