¿Qué significa esa apreciación? Pues que, como dijo un experimentado campesino santiaguero a quien entrevisté, “cuesta más trabajo cambiar la mentalidad que chapear marabú”. En otras palabras: extirpar la dependencia de esas unidades productivas de las empresas estatales y eliminar el control total que han ejercido las direcciones de esas entidades costará mucho esfuerzo y empeño, porque significará en la práctica dejar a un lado definitivamente esa hegemonía, arraigada por demasiado tiempo en contra inclusive de lo estipulado y regulado.
A raíz de la aprobación por parte del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de 17 medidas para fortalecer el papel de las UBPC y liberarlas del lastre de la improductividad, la ineficiencia y el desorden económico-financiero, alguien con autoridad en el sector agropecuario las calificó de “ahijadas de las empresas estatales”, y especificó que a sus integrantes siempre los han calificado de trabajadores y no de socios y que el pago lo han visto como salario, cuando realmente es anticipo.
Nacieron en 1993 con el carácter de cooperativas y en no pocos actos de constitución afirmaron que sería la “salvación” de la agricultura cubana. Pero germinaron con problemas, debido fundamentalmente a equivocaciones notables en la aplicación de los reglamentos y regulaciones. Ha sido excesivo el control, les faltó autonomía y perdieron con demasiada prontitud la capacidad de autogestión, imprescindible en ese tipo de estructura económicoproductiva. En fin, no fueron aplicados los principios de manera correcta, lo que trajo por consecuencia baja producción, improductividad en la fuerza laboral, endeudamiento y casi ningún sentimiento de pertenencia.
La aprobación e implementación de las medidas constituye un paso inicial que forma parte de un proceso inevitable de restructuración de la agricultura cubana, llamada a transformarse para que resulte más eficaz y eficiente en todos los renglones, según establecen con claridad los Lineamientos.
El nuevo Reglamento General instituye que las UBPC se vincularán contractualmente con las empresas a las cuales están adscriptas, pero sin que las direcciones de estas ejerzan —como ha sucedido en demasía— un control total y absoluto de su quehacer y el accionar de sus directivas. La supervisión queda en el plano del asesoramiento en cuanto a las normas técnicas para los procesos productivos, siempre sobre la base de las obligaciones contractuales y con el fin de aumentar la eficiencia y garantizar que se apliquen las medidas adecuadas de sanidad vegetal, control de los suelos y atención veterinaria, entre otras.
La medida No. 1, por ejemplo, establece en el inciso c) que el funcionamiento de la UBPC se rige por el Reglamento General, el interno y por la asamblea de los asociados, y la No. 8 determina la desagregación de las cifras del plan de la economía a nivel de cada unidad, facultando con ello el establecimiento de contratos entre estas y las entidades suministradoras para comercializar directamente insumos y servicios.
Está contemplado, de igual forma, un tratamiento financiero y contable a las deudas bancarias sin respaldo y la determinación por parte del Banco Central de Cuba de la tasa de interés a aplicar.
Ese reordenamiento imprescindible considera además, un proceso de fusión y disolución de aquellas UBPC que no tengan posibilidades de recuperación.
No obstante la solidez de ese grupo de medidas, no puede pensarse que el panorama cambiará de la noche a la mañana. Pero tampoco debe demorar una eternidad. Solo un dato así lo confirma: el 70 % de la producción cañera del país está en tierras de unidades básicas de producción cooperativa.
En la reciente Conferencia del Sindicato Azucarero en la provincia de Cienfuegos, Milián Rodríguez, secretario general de la sección de base en la unidad empresarial de atención al productor, que abastece al central Antonio Sánchez, expresó que persiste mucha lentitud en la aplicación de las medidas, alertó sobre la falta de conocimientos y preparación de quienes deben implementarlas y especificó que hasta el momento ninguna se cumple totalmente.
Lo más importante, en mi modo de ver, es librar a las UBPC de las ataduras, permitirles andar por sí solas y verlas, sin comillas, como lo que son: cooperativas de producción agropecuaria.