Los años anunciadores le circunscriben en una jubilación que no consigue sosegar sus ímpetus; las ansias de utilidad devienen mina inagotable que le deparó la vida, por eso, Gustavo Gama León no esconde los deseos de seguir junto al sindicato como ente activo, más allá de cantos de sirena que le llegan desde su merecido descanso tras mucho tiempo de labor consagrada en el sector del turismo.
Ante la escaramuza inquisitiva de Trabajadores, Gama, como lo conocen en todos los ámbitos, accede a compartir sus vivencias en un mundo proletario al que continúa apegado por convicción y carácter: “Participé en varios congresos de la clase obrera, incluido el número XIII en 1973, que devino episodio simbólico y también muestra del temple de ese líder inigualable del proletariado en todas las épocas”, advierte el entrevistado apenas en la antesala de la conversación.
“Recuerdo que Lázaro Peña dirigió el evento y participó en la redacción de las Tesis rectoras del debate, a pesar de la enfermedad que padecía, ¡era grande! —profiere y continúa— es preciso decir que muchas cuestiones de orden político, social y económico tratadas por nosotros en aquel entonces responden a problemas vigentes en la Cuba laboral de hoy y evidencian que solo la unión y capacidad obreras podrán franquear los obstáculos”.
De sus encuentros con el adalid de los trabajadores cubanos, Gustavo Gama retuvo cada instante en la memoria; pero, a décadas del recuerdo, el tiempo hace concesiones a su mente para permitir que evoque al hombre “que se debió al sindicato hasta el último aliento sin alejarse jamás de las masas ni del respeto por sus semejantes”.
Remembranzas que le hacen parte de una magna cita que no solo se inscribió en la historia sino que guía los pasos de quienes pretenden escribir la suya propia, llevan a Gama al análisis del papel que corresponde a los obreros cubanos en el siglo XXI: “No difiere mucho del que tuvimos cuando fui dirigente sindical, porque los trabajadores siempre hemos luchado por la representatividad de nuestra clase, por acompañar y sostener a la Revolución desde las tareas cotidianas; sin embargo, ahora el rol toma un carácter superior porque no solo apreciamos cambios a nivel económico, también somos los responsables de materializarlos como única forma de sacar adelante al país”.
Con una visión definida por la necesidad de “hablar menos y hacer más”, el veterano yayabero exhorta a las generaciones sucesoras a “doblegar de una vez los resquicios que llevan al movimiento sindical a cometer errores en su funcionamiento, a dejar a un lado los conformismos y a convencerse de que renovar el presente nos llevará a edificar el futuro, este año del XX Congreso es el escenario ideal para hacer constante la presencia del movimiento obrero como decisor del destino de nuestra amada isla”, concluyó.
