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“Pinté a los humildes…”

Adigio pintó “a los humildes, blancos y negros, madres y niños, campesinos y obreros, merecedores de una redención”. Foto: Roberto Carlos Medina
Adigio pintó “a los humildes, blancos y negros, madres y niños, campesinos y obreros, merecedores de una redención”. Foto: Roberto Carlos Medina

 

Durante la tarde del último miércoles, 8 de mayo, una fatídica noticia consternó la plástica cubana: había fallecido el reconocido pintor, dibujante caricaturista humorístico y diseñador gráfico, Adigio Benítez Jimeno (Santiago de Cuba, 1924), Premio Nacional de Artes Plásticas 2002 y uno de los más prolíficos artistas, cuya obra se inspiró en las clases humildes, entre ellas los trabajadores y campesinos.

Desde la niñez, el también prestigioso maestro de la enseñanza artística —condición que le hizo merecedor, en el año 2003, del Premio Nacional de Educación—, sintió vocación por la pintura, la cual, durante el resto de su vida, se convirtió en “una necesidad vital, como lo es respirar o calmar la sed”, tal había dicho en reiteradas ocasiones. E hizo de ese oficio —quizás poco reconocido por la crítica—, un aleluya a la sociedad insular y en particular a los humildes y desposeídos, entre ellos los obreros y los campesinos, frecuentes en sus obras pictóricas.

“Pinté a los humildes, blancos y negros, madres y niños, campesinos y obreros, merecedores de una redención. Era un deseo de mirar el lado épico en lo trivial y cotidiano de la pobreza y así llevar lo inédito a lugares consagrados por el arte”, dijo en el año 2006 en una entrevista publicada en La Jiribilla.

En uno de sus últimos diálogos con la prensa nacional, publicado en diciembre del 2011 en Trabajadores, precisó que en la década de los años 50 comenzó a hacer cuadros de tema social y retratos de líderes revolucionarios. Pero no pudo exponerlos hasta después de la victoria de enero de 1959.

Y ese interés por las clases oprimidas prevaleció durante sus casi 60 años de carrera artística. En tal sentido vale recordar la trascendencia de una pintura suya realizada en 1958 en la que invoca al líder azucarero comunista Jesús Menéndez (Encrucijada, 1911—Manzanillo, 1948) hablándoles a los trabajadores en un cañaveral, obra que permaneció un tiempo en el vestíbulo del periódico Hoy y posteriormente pasó a formar parte de los fondos patrimoniales del Museo Nacional de Bellas Artes.

La emblemática figura del criminalmente asesinado General de las Cañas, igualmente fue recreada en los dibujos que ilustraron, en su primera edición, el célebre poema épico de Nicolás Guillén (Camagüey, 1902 – La Habana, 1989), Elegía a Jesús Menéndez, escrito entre 1949 y principios de 1951.

Después realizó la serie Soldadores, creada en la década de los años 60 del pasado siglo, en la que se observa una marcada influencia de la figuración y el abstraccionismo, evidentemente surgida por el influjo ejercido sobre él por el grupo de abstractos que ganaban frustrado espacio en la plástica de aquellos años, particularmente por algunos de sus amigos, tales como Martínez Pedro, Salvador Corratgé y Fayad Jamís.

También acreedor de la categoría docente especial de Profesor de Mérito del Instituto Superior de Arte (ISA), así como de la Orden Félix Varela de Primer Grado y la Medalla José María Heredia. Adigio Benítez fue un destacado trabajador de la prensa cubana.

Durante los años 40, algunas de las principales publicaciones progresistas de la época, como La Voz del Pueblo, en Santiago de las Vegas, y el magazine Mella —donde trabajó aún siendo estudiante de San Alejandro—, incluyeron en varias de sus ediciones dibujos políticos de Adigio, quien posteriormente se desempeñó en similar oficio en el periódico Hoy, del Partido Socialista Popular, y cuando este fue clausurado empezó a dibujar para la publicación clandestina del Partido, Carta Semanal.

Según él, esos trabajos los realizaba con plena conciencia de que eran importantes vías de información, acusación y promoción de ideas entre los lectores, sobre la situación político-social, crítica en extremo, que se presentaba en Cuba a mediados de la pasada centuria.

Tras el triunfo de la Revolución, fue fundador del semanario humorístico Palante, donde realizó la caricatura de la contraportada del primer número de esa publicación (1961) y en el año 1965, reconocido ya como un maestro de la ilustración, fue igualmente solicitado, como diseñador, en el entonces novel periódico Granma.

Sus primeros óleos datan de 1953. Desde entonces alternó la pintura con el dibujo, la caricatura humorística y el diseño gráfico. Tales circunstancias lo permearon de un extraordinario interés por abordar en sus pictografías los temas de índole social que prevalecían en sus trabajos gráficos.

Aunque, en general, la obra de Adigio Benítez no se adecuó a los cambios de códigos expresivos que en la década de los años 50 del pasado siglo apostaron por el abstraccionismo, para mantenerse más próximo al grupo de la vanguardia de los años 20, su pictografía sí transitó por diferentes estilos, desde un realismo “no socialista, sino cubano”, hasta la figuración, la abstracción, el pop y el op art. Luego, dijo, se afincó en un camino de su invención, “donde la realidad la convierto en la apariencia del papel plegado, a la cual llamo papiroflexia”.

Sin embargo, sus diferentes etapas de creación, estuvieron fuertemente influenciadas por las circunstancias de las épocas por las cuales transitaron.

Admirador y estudioso del expresionismo de Bacon, Munch y Baselitz, “porque son fieles exponentes de la crisis de la civilización, del caos, del grito de dolor por las guerras y las hambrunas”, Adigio aseguraba que en sus pinturas expresaba más sus deseos que lo detestable en el convulso tiempo que le tocó vivir. “Para mí pintar es como narrar decires. Mi pintura es una propuesta amable, en la que trato de llevar al espectador los buenos pensamientos y las buenas ideas, como es el camino de la esperanza, por eso pinto enormes calas, enormes crisantemos…”

El reconocido artífice incursionó también en la lírica. Publicó cuatro cuadernos de poesía. “Trato de acercar a mis obras la música y la poesía. Hay canciones de la vieja y la nueva trova, del feeling y versos de muchos poetas que desearía fueran como alimentos espirituales para mi labor”, afirmó.

Revolucionario incondicional, Adigio expresaba con orgullo que el triunfo de la Revolución bajo la guía de Fidel “marca el día más memorable que pudiera vivirse, el momento en que los cubanos nos convertimos para siempre en hombres y mujeres libres, sin bota alguna sobre nuestras espaldas, el hito en que se sientan las bases para la construcción del socialismo; una sociedad más justa y humana, meta anhelada de los pueblos del mundo”, tal había dicho a La Jiribilla.

Y con esa vitalidad, el legado artístico del gran maestro que apostó por estar del lado de los humildes, perdurará en la historia de la cultura, de la enseñanza, del periodismo gráfico, y del movimiento obrero cubanos. ¡Hasta siempre, Adigio!

Obrero, 1962
En 1958 invocó en su pintura al líder azucarero Jesús Menéndez hablándoles a los trabajadores en un cañaveral, obra que permaneció un tiempo en el vestíbulo del periódico Hoy y posteriormente pasó a formar parte de los fondos patrimoniales del Museo Nacional de Bellas Artes.
Humor y cubanía en la creación plástica de un artífice que incursionó en diferentes estilos y tendencias.

 

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