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Agramonte vive en el recuerdo

Foto: Adelante.cu
Foto: Adelante.cu

A la misma hora de aquel 11 de mayo de 1873 en el Potrero de Jimaguayú, territorio camagüeyano, la figura de Ignacio Agramonte y Loynaz fue revivida por el recuerdo de vertientinos, agramontinos y jóvenes de todas las latitudes del mundo, que se dieron cita en la tierra que le vio morir.

Más de un siglo ha pasado y Cuba no olvida al Héroe que con una caballería bien estructurada hizo temblar a las tropas españolas.

Tal como explicara Elda Cento Gómez, escritora e historiadora agramontina, el misterio que una vez rodeó el deceso de esta figura ha desaparecido, pues, como era común por aquellas fechas, él solo encabezó una de las tantas cargas al machete de la guerra.

“Él murió sin abandonar su puesto de general –apuntó Cento – y no para luchar como un soldado, sino para hacer como todos los cubanos e ir a la vanguardia. Y por la fuerza de su ejemplo es que somos invencibles”.

Como cada 11 de mayo El Mayor, como también es conocido por el pueblo, fue homenajeado por jóvenes agramontinos, miembros de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI), becarios extranjeros de diferentes nacionalidades, combatientes y vecinos del lugar, quienes evocaron un suceso que traspasó las barreras del tiempo.

Fue una muestra de respeto por el pasado y la historia que sirvió para que trabajadores y estudiantes camagüeyanos recibieran el carné que los acredita como miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y del Partido Comunista de Cuba (PCC).

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