Fotos: René Pérez Massola
Tucídides, el gran historiador de la Atenas antigua, lo había dicho: entre hombre y hombre no hay gran contraste. La superioridad consiste en aprovechar las lecciones de la experiencia. Y así lo han asumido los jóvenes de la Base 10 de la Empresa Provincial de Servicios Automotores (EPSA), en el municipio del Cerro, La Habana.
Juegan a conjugar su lozanía e iniciativa con las verdades y virtudes que les aportan los años de conocimientos de aquellos que no cesan de aportar y se presentan útiles. Y es que la EPSA sabe agradecer el talento y mantenerlo.
Por ello, desde diciembre del 2011 creó el movimiento de jubilados, con múltiples destinos: avalar la experiencia de los que se resisten al tiempo, y darles la posibilidad de transmitir ese caudal de sabiduría a las nuevas generaciones. Por ahora son 43 miembros. Los resultados saltan a la vista. Adalberto Laferté Vázquez laboró por más de tres décadas en la Base 10, encargada de la chapistería, pintura y tapicería de autos.
A pesar de los años reflejados en su rostro, posee una mirada enérgica, y su función ahora no podría ser mejor. Quizás la edad le imprime respeto a su persona, pero su labor de por sí lo acredita como maestro de maestros. Sabe de lo que habla, domina lo que enseña. “Después de mi jubilación, hace tres años, no quise quedarme al margen. Ahora siento una gran satisfacción cuando enseño algunas técnicas y el manejo de ciertas herramientas.
En este lugar se trabaja con equipos modernos y de alta tecnología. Es prudente mostrarles cómo funcionan, para aumentar la calidad del trabajo y darle prestigio al centro. Con nuestro aporte velamos por el buen servicio y la alta producción. “La recepción por parte de ellos ha sido ejemplar y asimilan los conocimientos de manera formidable. Me siento orgulloso al saber que tenemos un buen relevo aquí cuando no estemos”, manifiesta el experimentado operario.
Por su parte, Roberto Benigno Martínez Portada no parece un jubilado, más bien alguien con mucho tiempo de trabajo encima. Cuando se rodea de sus muchachos no asume poses de experto, se confunde como uno más del grupo. Tiene la agilidad de un chico y el proceder juvenil. Quizás, esto le ha dado éxito en su nueva tarea, y goza de mucha reputación entre el grupo de veinteañeros. Nutrirse de él no es solo una lección, sino un pasatiempo bien invertido. “Esta es mi línea de combate ahora y disfruto mucho la disciplina de los muchachos, la cual siempre exijo como garantía de eficiencia. No solo les explico el trabajo, sino que me enrolo con ellos a la hora de reparar un carro. Participar directamente es fundamental para que aprendan, pues este oficio es práctico, no de tanta teoría. Es imprescindible, además, que tengan interés”, puntualiza.
Foto: René Pérez MassolaLos jóvenes, por su parte, agradecen el gesto, reverencian la edad, admiran los conocimientos, e incorporan las lecciones. Precisan que no olvidarán lo aprendido y que algún día serán ellos los que puedan transmitir esos saberes con la misma vocación de los que aún siguen en brega. Aunque Marcel González Romero lleva 10 años como operario, todavía sigue instruyéndose, pues “los jubilados me han ayudado mucho. No hay duda que ellos no nos aclaren.
Por eso siempre defiendo la decisión de la empresa al insertarlos en el centro. Yo entré aquí sin conocer mucho de chapistería y en esta base me he formado”. Su compañero Manuel Ángel Martínez León comenzó hace solo dos años, y su preparación se limitaba a la soldadura eléctrica.
Gracias al aporte de los jubilados y otros obreros experimentados ha empezado a trabajar con acetilenos, masillas, fibras, o plasma. “Ellos me asesoran bastante; a veces las técnicas viejas son las mejores. Nos sentimos respaldados por su experiencia y apoyados por la dirección de la base”, destaca el joven.
La primera cooperativa de su tipo
Base 10 sostiene desde hace años una eficiencia reconocida: recauda aproximadamente 3 millones y medio de pesos al año, entre las dos monedas. Cuenta con 67 trabajadores que ganan de acuerdo con lo que producen, y los salarios suelen superar los 2 mil pesos mensuales. Actualmente tiene un contrato con las bases de taxis para recuperar autos que han salido del sistema de renta en el país, y que serán entregados a choferes para la constitución de cooperativas en el sector del transporte. En los últimos cuatro meses se han equipado alrededor de 200 vehículos.
Por otra parte, se labora intensamente en la reparación de ambulancias de la capital, y tiene en la Empresa de Telecomunicaciones S. A. otro cliente principal. Según Marcelo González Ojeda, director de Base 10, el centro se encuentra en un proceso de inserción en el nuevo modelo cooperativo de gestión económica, a propuesta del Ministerio del Transporte, por contar con una fuerza de trabajo considerable y tecnología de punta.
“Tenemos la peculiaridad de ofrecer servicios especializados casi extinguidos en Cuba. Posiblemente seremos la única cooperativa en el país encargada de la chapistería, pintura, y tapicería de autos.
“Como empresa estatal nos hemos insertado favorablemente en el mercado y nuestros clientes se satisfacen. No obstante, consideramos que la cooperativa será un buen paso, porque involucra a los trabajadores como socios de la organización”, destaca el director.