Según Maricela Reyes Espinosa, decana de la Facultad de Contabilidad y Finanzas de la Universidad de La Habana, el principal enemigo del sistema asegurador es el presupuesto…
A pesar de que el mercado cubano de seguros mantiene una estabilidad en el enfrentamiento de las pérdidas económicas de personas naturales y jurídicas, presenta una retención de primas adecuada, y posee una posición financiera aceptable, los retos son muy amplios de cara a la actualización del modelo económico.
La falta de cultura de administración de riesgos ante eventualidades, la dualidad monetaria, y la escasa diversificación de productos y coberturas en el mercado nacional representan obstáculos para un mayor desarrollo de esta actividad en el país. Constituye una meta eliminarlos para alcanzar un alivio al presupuesto del Estado, lograr una mayor autonomía empresarial y elevar la gestión económica. En la actualidad la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN) y la Empresa de Seguros Internacionales (ESICUBA) abarcan el mercado de seguros, donde el siniestro más significativo ha estado marcado por las pérdidas debido a huracanes y sequías, fundamentalmente.
Según Maricela Reyes Espinosa, decana de la Facultad de Contabilidad y Finanzas de la Universidad de La Habana, el principal enemigo del sistema asegurador es el presupuesto: el protagonismo del Estado a la hora de financiar y asumir las pérdidas.
“Existen tres fuentes para resolver el problema de los quebrantos en una economía: lo acepta el presupuesto estatal, el sistema asegurador, o la empresa en cuestión, a título individual. Mientras el presupuesto del Estado corra con las pérdidas, las empresas no las incluirán, pensarán, o crearán la producción para poder pagar una prima al sistema de seguros”, indica.
No pocas instituciones, añade, cuentan con un plan de prevención, pero no de administración de riesgos. Predomina un bajo porcentaje de las empresas que tienen algún tipo de seguro. Por otra parte, manifiesta la decana, la dualidad monetaria en el país constituye una piedra en el zapato a la hora de establecer coberturas, debido a irregularidades en la liquidez en divisas para garantizar la reposición de pérdidas. “Esta doble moneda no es la causa de nuestros problemas, sino la generación de valores; pero la liquidez que tenga una organización para cubrir pérdidas provoca una tensión importante.
“La inestabilidad del mercado nacional, incluso en pesos convertibles, para garantizar la reposición en caso de que se efectúe el pago es también una dificultad. La efectividad del seguro no se basa solo en pagarle al asegurado, sino que con ese dinero pueda resarcir las pérdidas. Igualmente, los altos costos del reaseguro internacional nos afectan”, resalta.
Eliminar limitaciones como la escasa diversificación de productos en el mercado de seguros o su alta concentración, pudiera ser un imperativo que ayudaría a elevar la calidad del sistema, pues solamente el 3 % de las pérdidas están financiadas por el sistema.
El resto, por el presupuesto estatal. Reyes señala que el sector agrícola presenta una gran vulnerabilidad debido a los eventos meteorológicos. No obstante, el mercado de seguros opera fundamentalmente en moneda nacional en este rubro, sin posibilidades de reaseguro internacional, pues no hay prima que transferir.
La apertura al trabajo por cuenta propia supone también un diseño más acabado en el mercado de administración de riesgos, pues es un sector que se expande y debe contar con posibilidades en este mercado, que aún no poseen.
Para la decana es un gran reto a enfrentar por parte de las aseguradoras. “Es importante entender que no existe cultura de seguro en el país. Hay generaciones que crecimos sin esa educación, ni siquiera enseñamos a los niños en las escuelas términos relacionados con este sistema.
Sin embargo, comprendo que hay personas que han vivido experiencias negativas, pues han pagado una prima de seguro, y este en el momento preciso no le ha dado la mejor respuesta”, subraya. Ahora se considera, destaca la profesora, la creación de más de 100 nuevas cooperativas en sectores no agropecuarios, y los recursos iniciales tratan los temas de inversión, activos, capital de trabajo; el seguro vuelve a quedar en un segundo plano.
“No se piensa aún en un plan de prevención ni en la administración de riesgo. Es por ello que se precisa de educación y capacitación, así como un programa coherente de seguridad, de mantenimiento preventivo permanente. “Si fuéramos más rigurosos diríamos que los principios de la administración de riesgos pasan por tener la sensibilidad ante el peligro, estar convencidos de que existe, y la idea de no cubrirlo repercute negativamente en nuestra vida, nuestra actividad. La palabra de orden es prevenir”, señala.