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Adiós, Elda

Solo quienes conocieron de sus virtudes obreras por más de seis décadas podían intuir que detrás de su figura pequeña, su hablar bajo —casi imperceptible—, de ademanes suaves, como para no sobresalir, había una heroína del trabajo.

Foto: Del autor

Elda M. Cisneros Guzmán, quien recibió ese título honorífico de la República de Cuba en mayo del 2001, falleció recientemente en Camagüey, donde laboraba en la fábrica de helados Coppelia.

Allí, desde la humildad de su labor como auxiliar de producción, alcanzó un sólido prestigio con 19 pergaminos de vanguardia nacional y las órdenes Lázaro Peña en sus diversos grados.

Frisaba ya los 85 años de edad al morir y aunque los achaques a veces enturbiaban su mirar bondadoso, no dejaba semana sin visitar a sus compañeros del lácteo, y con puntualidad meridiana se hacía presente, con la discreción de los grandes, en reuniones sindicales.

Nunca hablaba de sus labores en la lucha clandestina, ni de las marchas y guardias milicianas en los días de la Crisis de Octubre; había que arrebatarle el recuerdo cuando, a pesar de los quehaceres de un hogar con ocho hijos, se convirtió en alfabetizadora, acaso para no olvidar cuando —todavía niña y huérfana ya de madre— tuvo que dejar sus estudios iniciales para ayudar a la muy humilde familia.

“Siempre supo crecerse por sobre su aparente frágil figura, en su condición de soldado de la Caballería de Agramonte, uno de sus lauros más preciados”, dijo en la despedida de duelo, Glennys Lluch Bonet, secretaria general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca en la provincia.

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