Por: Luis Jesús González
Hay hombres que, sin proponérselo, convierten su vida en hazaña y sin pedir prebendas ni glorias se instalan entre nosotros como monumentos vivientes del trabajo o símbolos que germinan en el surco del heroísmo.
A esa estirpe pertenece Braulio Masa Oliva, un mito entre los obreros cubanos, una referencia obligada del Sindicato del Transporte y en el Movimiento de macheteros millonarios. El hombre que derribó por 35 años consecutivos, junto a sus compañeros de la Brigada Aniversario de la Revolución de Octubre, millones de arrobas de caña para hacer de cada zafra un éxito de la nación. Un día alguien intentó calcular cuántos trenes harían falta para transportar la caña que había cortado, y determinó que 100 trenes serían insuficientes.
Camionero, mostró temprano su consagración a las tareas más urgentes y cambió el timón por la mocha para cortar la caña y conducir la primera brigada de macheteros del Transporte por carretera en 1964, antecedente de aquella que tres años más tarde cortó 10 millones de arrobas de caña, en una proeza laboral nunca alcanzada.
Comunista de obra, sus hazañas en los cañaverales lo llevaron a integrar el Comité Central del Partido. Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, integró el Consejo de Estado con la responsabilidad de entregar en la más alta instancia estatal la experiencia del obrero y la sencillez del héroe.
Hombre de los que no conocen el descanso, se incorporó a construir edificios altos, nuevos círculos infantiles, policlínicos e instalaciones deportivas cuando los Panamericanos, y a cuantas obras sociales hicieran falta a la capital, al llamado de Fidel.
Precursor con su brazo, sus ideas y sus enfoques del trabajo, con el trato que dispensaba a cada uno de sus hombres y sus familiares, Braulio dictó pautas de conciencia proletaria, inspirado en transformar el trabajo en la satisfacción de cumplir el deber de cada día, empeño que le valió para estar entre los Héroes del Trabajo de la República de Cuba o lo que es igual, en un modelo de constructor de la nueva sociedad.
Su pérdida deja un vacío enorme en las filas del movimiento obrero cubano, pero su nombre seguirá entre nosotros, como la del creador de hazañas que supo desde los cañaverales convertir lo extraordinario en cotidiano y sembrar una leyenda viva para todos los tiempos.
Porque Braulio Maza queda como un trazo de fuego en el camino de este pueblo que premió su sostenido esfuerzo en el trabajo con el derecho insuperable de ser llamado Héroe.