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Muchacho pa’lante

Foto: Daniel Fonte

Los apremios económicos y la mano familiar lo llevaron al ingenio siendo un muchacho, sin conocimiento alguno sobre el proceso de fabricación de azúcar.

Pronto los equipos lo cautivaron y la casualidad lo obligó a pasar la prueba de fuego en su primera zafra, la de 1958, cuando el instrumentista principal se enfermó.

Desde el principio supo combinar las enseñanzas recibidas de forma práctica con las del estudio autodidacto y salió airoso del examen inicial: su desempeño fue tan bueno que se quedó en el Departamento de Instrumentación del entonces central de Cayo Mambí, hoy Frank País, en la provincia de Holguín.

Así comenzó la rica y larga trayectoria laboral de Orlando Parra López, de 40 años de fructífero quehacer en la industria azucarera, en los que no solo aprendió a reparar toda clase de equipos, sino a crear otros de cualidades superiores.

“Cuando llegué al ingenio –recuerda- no sabía nada, ni siquiera lo que era un instrumento, mas no me di por vencido. Comencé a estudiar electricidad, instrumentación y todo lo relacionado con los equipos instalados en la industria.”

A sus aptitudes naturales, esas que le conceden una mente bien dotada y las habilidades manuales, une la destacada actitud ante el trabajo, pues no escatima esfuerzos ni tiempo a la hora de resolver cualquier problema.

No resulta extraño entonces que el joven Orlando descollara temprano y fuera de los primeros en incorporarse a la Asociación. Nacional de Innovadores e Inventores, allá por el año 1965.

De su contribución a lo largo de tres décadas hablan elocuentemente las 58 innovaciones reconocidas por la ANIR.

Entre los aportes destacados está el sistema de control automático para regular la alimentación a las calderas, que se ha llevado a otros centrales por lo que representa en el incremento de la eficiencia en la generación de vapor y humanización de esta dura faena.

Sobresale otro sistema, este para medir la saturación de las masas en los tachos, con lo cual se agiliza el proceso y se evitan errores de apreciación humana, y la máquina para realizar empates y terminales de mangueras de diferentes equipos, mediante el prensado de los conductores.

El hombre orquesta del CAI Frank País no se limita a cumplir con sus obligaciones como responsable del taller de instrumentación y control, sino que acomete cualquier tarea y lo mismo repara un equipo de medición o automatización que un acondicionador de aire, televisor o automóvil.

Tal dedicación y tantas innovaciones merecieron un reconocimiento mayor, cuando se le otorgó el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

“Eso fue lo más grande de mi vida, figúrese ser condecorado por el Comandante en Jefe en persona, recibir su abrazo y felicitación y un llamado que seguirá marcando mi existencia mientras tenga fuerza: Muchacho, pa’lante.”

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