No había mejor escenario para conversar que el propio estadio Latinoamericano, donde Pedro Medina jugó 17 temporadas para la “afición que hay que respetar siempre”. En las mismas gradas que lo aplaudí por un jonrón, un excelente tiro a segunda base, una carrera impulsada, o simplemente cada vez que anunciaban su nombre por los altavoces, descubrí a uno de los peloteros más educados y sencillos del béisbol cubano.
Su niñez en el barrio La Asunción, de Guanabacoa, la revelación de haber sido saltador de garrocha, el largo y difícil camino para integrar su primera selección nacional, el orgullo de haber sido siempre industrialista —primero como jugador y luego en funciones de director—, la hazaña de la Copa Intercontinental de Edmonton en 1981, las pequeñas injusticias sufridas en su carrera, sus criterios sobre la pelota actual y el irrenunciable e imprescindible amor familiar, fueron temas abordados con exquisitez y paciencia durante más de tres horas de entrevista.
Para ser testigos de sus palabras solo basta pensar en juego de nueve capítulos que se va a extraininng por la curiosidad de conocer a este profesor del Instituto Superior de Cultura Física, capaz de decirte las verdades más duras con una sonrisa. “Riéndome te puedo botar de cualquier equipo si no cumples”, asegura. Medina estuvo contento todo el tiempo, y por suerte, pudimos completar hasta la última pregunta.
Primera entrada: ¿cómo llegó la pelota a un niño tan humilde de Guanabacoa?
“Mis padres, Miguel y Carmen Rosa, son personas dedicadas, tranquilas, humildes y me dieron una educación muy bonita, basada en la saludo a los mayores, en dar siempre los buenos días. Mi niñez fue feliz en el barrio La Asunción. Allí jugaba pelota a la mano y al taco debajo del poste de la luz. Un grupo de muchachos nos citábamos para las 7 u 8 de la noche y debajo de aquel poste bateábamos.
A los 13 años visité por primera vez un terreno, el Quintín Banderas. A pesar de ser el más joven, los grandes me pedían para ser el center field de su equipo. No puedo olvidar en esa etapa dos nombres importantes en mi carrera, Emilio Naranjo y Sergio Carro”.
¿Por qué resultaron tan importantes y qué decían sus padres sobre esa afición beisbolera?
“Emilio fue mi primer entrenador y con él aprendí a tener disciplina deportiva. Era flexible, pero te exigía mucho y tenía un carácter bastante duro. Sergio, activista del Quintín, recogía a los muchachos del barrio en las casas y nos llevaba a diferentes estadios, La Polar, el Pontón, el Náutico, y después nos devolvía a las casas. Así pude conocer esos lugares. Entonces jugaba tercera, primera y center field. Lo mío era jugar.
“A mi papá no le gustaba mucho aquello y lo único que decía es que debía estudiar. Mi mamá sí me apoyaba y conocía a los amigos del equipo, por cierto, entre ellos estaba Pedrito Calvo —ex cantante de Van Van—, y sus hermanos que le decían: Carmen, parece que Pedrín va a ser buen pelotero. Entré a la EIDE con 15 años y participé en los V Juegos Escolares ya como receptor. Recuerdo que mis padres me dijeron entonces: ¿pero tú no vas a ser pelotero, verdad? Y cuando terminaron los Juegos Escolares me becaron en la escuela Amistad cubano-soviética”.
Segunda entrada: ¿Y allí si despega dentro del béisbol?
“Empiezo a dar profundos pasos, pero dentro de la beca no era pelotero, sino deportista, pues los pases para estos eran de viernes a lunes, un día más que para los estudiantes normales. Fui hasta saltador de garrocha, aunque nunca participé en una competencia, solo entrenaba. Una vez le dije a Jorge Palacios, el otro que practicaba conmigo: yo creo que no sirvo para esto, lo mío no es estar saltando por allá arriba.
“También estaba en el campeonato de pelota entre becas y conocí a mucha gente de la ESPA. Como me destacaba en el bateo y la receptoría me iban a buscar para el torneo de primera categoría en Marianao. Pedían permiso a los profesores y luego me regresaban. Más tarde, integro el equipo BECAS —una selección de todos esos centros— y la cosa empieza a ser más formal cuando participo con esa selección en el mismo campeonato de Marianao. Por supuesto, a mi papá le tuve que meter algunas mentiras porque si él se enteraba de aquello…”
Tercera entrada: ¿Cómo llega a integrar el equipo Cuba al mundial juvenil de 1970?
“Por la escuela nos fuimos en diciembre de 1969 para la zafra de los 10 millones en Manga Larga, Camagüey. Según me cuentan, Ramón Carneado —amigo de Paco Martín, a quien conocí en los torneos de Marianao— dijo en el entrenamiento de la preselección juvenil de casi 200 peloteros: si ustedes quieren un catcher para este equipo vayan a buscar a tal muchacho en Camagüey. Debo confesar que fue Carneado quien me aconsejó dejar el resto de las posiciones y dedicarme a la receptoría.
“Mandan un telegrama para la unidad militar de Camagüey solicitándome para esa preselección y salí por mis medios para La Habana. Cuando llegué a las 5 de la mañana a la casa les expliqué todo a mis padres y entendieron. Fui el último que se incorporó a la preparación y no sólo integré el equipo, sino que jugué regular y terminé siendo el cuarto bate. Eso sí me abrió el camino al béisbol organizado”.
Y de ahí al equipo soñado, Industriales.
“Eso hubiera querido, pero me plancharon en la serie nacional de 1971, aunque en el torneo sexagonal había ganado el puesto. Por aquella primera injusticia pensé no jugar más, pero mi mamá, siempre más expresiva que el viejo, me impulsó a regresar en 1972. La diferencia entre los juveniles y la primera categoría era abismal y el debut fue alegre, pero no muy favorable en cuanto a rendimiento. Ese año jugué por vez primera en el partido 58, es decir faltando 20 para el cierre.
“Jugar con Industriales era muy difícil, pues había gente de experiencia, de mucho historial. Cuando entré por vez primera al banco y vi a Capiró, Urbano, Germán Águila, Marquetti, Raúl Reyes me impresioné. Y más cuando los escuchaba analizando el partido celebrado. Con ellos tú aprendías en cada jugada, incluso cuado fallaban. Eso me sirvió de mucho para evolucionar rápido. Ya en 1974 era el catcher regular la temporada completa”.
Cuarta entrada: ¿qué secretos desarrollaste para ser un buen receptor, de quién copiaste más?
“Me gustaba ver catchear a Lázaro Martínez, pero mi estilo es una mezcla de él, de Evelio Hernández y Lázaro Pérez. Cogí lo mejor de ellos e hice el mío. Era muy observador —ahora no se hace— hasta del mínimo detalle. Los comentarios en la guagua, en los mítines antes del juego me servían como plato fuerte después. Desarrollé una táctica bastante grande y se lo agradezco tanto a los directores como a los jugadores que confiaron en mí. Y eso servía además para el bateo, pues yo venía bateando desde que el lanzador empezaba el calentamiento.
“Con los lanzadores me llevaba bien, y con todo el equipo en general, porque soy pacífico, aunque muy exigente. Me entendía a las mil maravillas con Leopordo Márquez, Julio Rojo, Braudilio Vinent y Jesús Guerra, entre otros”.
Estos dos últimos cuando entraste al equipo Cuba
“Sí, esa etapa es la que viene después. Dentro del equipo Cuba, al principio (1974-1975-1976) me pudieron haber utilizado más. Es cierto que era el más joven de todos, pero tenía dinamismo y muchos deseos de salir al terreno, a pesar de que me faltaba experiencia. Después la cosa cambió y se hizo más rutinaria mi presencia como regular en el equipo hasta que…”
Quinta entrada: Copa Intercontinental, Edmonton 1981. Jonrón histórico como emergente. ¿Qué detalles no se conocen de aquel hecho que estremeció a Cuba?
“Esa Copa, y en especial ese juego fue un desafío porque tú vienes siendo el regular de tu posición y de la noche a la mañana ese mismo director —Servio Borges— no te pone en la alineación. Llegué a decirle: mira, al final me vas a tener que poner, y no sólo me vas a poner, sino que te voy a resolver el problema. Y eso fue antes de empezar el juego contra los americanos. Y al final sucedió.
“El jonrón fue un reto, a pesar de que se perdió la imagen y no ha sido muy divulgado. Sabía que iba a batear por muchas cosas, por lo que representa enfrentarse a ellos y porque todos confiaban en que lo haría. El manager mandó a lanzarme mal. Los tres primeros envíos fueron malos. En el cuarto utilicé la estrategia de la indiferencia y me marcó strike. Y en el quinto me tracé la idea del jonrón. Le di a una bola pegada, que no era mi fuerte, pero ya había analizado en el banco que él cerraba a los bateadores con 3-1. Cuando salió el batazo solté: Coño, lo jodí. Le di con roña y fortaleza y técnicamente todo lo hice bien”.
Sin embargo, ¿guarda con celo otros momentos no tan famoso como Edmonton?
“Ese jonrón fue un hecho importantísimo en mi vida y no se le puede restar méritos porque apoyó los años finales de mi carrera, pero hubo otros tres momentos inolvidables. Haber sido campeón de bateo en la Copa Intercontinental de 1979 y en los Juegos Panamericanos de 1983, aquí con récord aún vigente de 667. Además, haber sido incluido en el Todos estrellas del campeonato mundial de Japón en 1980”.
Sexta entrada: ¿cómo asumir el retiro después de tanta gloria y entrega al béisbol cubano?
“El retiro lo pensé un año antes y empecé a prepararme para entrar en la vida social. Siempre me he trazado una línea de conducta correcta para no caer en excesos ni defectos dentro de la sociedad. Los cambios casi nunca me afectan porque soy dedicado, exigente y entregado con mi trabajo. Entonces consulté el retiro con la familia y le dije que estaba cansado, agotado del entrenamiento diario y ellos solo dijeron que respetarían y apoyarían mi decisión. La gente no lo podía creer porque esa temporada tuve uno de mis mejores rendimientos con unos cuantos jonrones y carreras impulsadas”.
¿Por qué aceptas luego la dirección del equipo Industriales?
“Eso me lo propone Esteban Lazo, cuando era primer secretario del Partido en la capital. Y le respondí que debía pensarlo, pues un año antes me habían propuesto para dirigir Metropolitanos y había dicho que no. Volví a comentarlo en la familia y recibí las mismas respuestas de cuando el retiro. Entonces me invitan a un programa en la televisión con Pedro Martínez Pires y él me suelta la pregunta al final y por vez primera públicamente dije que sí”.
Séptima entrada: ¿Alegrías e ingratitudes de esos tres años al frente del equipo más polémico de la pelota cubana?
“Lo primero que cree dentro del equipo fue la responsabilidad y el compromiso con el pueblo, pues la afición tiene que ser respetada en cada salida al terreno. Me propuse que Industriales fuera organizado, respetuoso y respondiera a mis intereses como director y a sus seguidores en todo el país. Y nunca tuve problemas con ningún pelotero. La afición apoyó y correspondió con esa filosofía. No teníamos en aquel entonces un gran equipo pero ganamos y esa alegría es también indescriptible porque no puede pensarse en la pelota cubana sin Industriales.
“En 1998 cuando fui a empezar una nueva temporada me sorprendió la decisión de que no era el director, pues nadie me la había comunicado antes. Hice todas las cosas formales para exigir una explicación, pero nunca se dio y ahora ya no me interesa que se haga. Esa resultó una etapa interesante porque sé lo que es dirigir y gané todo lo que había que ganar. Además me sirvió de experiencia para luego en Italia dirigir en varias categorías con los mismos métodos.
“No, nunca he soñado con dirigir un equipo Cuba y no me interesa”.
Octava entrada: Hablemos ahora de supersticiones, injusticias y de la prensa.
“Nunca tuve supersticiones, aunque conocía a varios que no se quitaban el pulóver si daban jonrón, que jugaban con algún amuleto. Eso sí, siempre traté de salir al terreno con el uniforme limpio. Lo lavaba rápido para ponérmelo al día siguiente y eso lo hice desde el primer día de mi carrera hasta el retiro.
“De las injusticias más sentidas está la de 1985, cuando en Edmonton, en otra Copa Intercontinental me dejaron fuera de la selección estando allá, sin tomar en cuenta la historia y el rendimiento de esa preparación. Después, al juego Cuba-Venezuela con Fidel y Chávez no me invitaron y eso me dolió porque creo tener méritos para aquel partido tan significativo.
“La prensa habló lo que fui capaz de hacer dentro de las series nacionales. A veces uno hacía esfuerzos grandísimos y no lo valoraban, pero en sentido general nunca he dado entrevistas como esta, ni tampoco me han buscado para darlas”.
Novena entrada: ¿qué opinión le merece el estado actual de nuestro béisbol?
“La pelota cubana actual cumple los requisitos sociales de participación, pero hay que trabajar con la táctica y la técnica, pues los muchachos llegan con mucho defecto a las series nacionales. Los programas de las provincias hay que revisarlos porque no tienen nada que ver con lo que sucedía 30 años atrás en los campeonatos a ese nivel. También debemos mejorar las condiciones de los estadios porque no se puede seguir jugando en algunos si queremos cuidar a nuestros peloteros para mantener los resultados internacionales”.
Décima entrada: en extraininng, preguntas rápidas.
¿Cómo vivir dentro de la fama?
“Hay que saberla llevar porque te crea mucho compromiso y no se te puede creer cosas. La misma sociedad que te la dio te la puede quitar y lo más bonito es que la gente te salude después de más de 20 años del retiro, sobre todo los niños que nunca me vieron jugar. Hace poco, unas amistades me invitaron a una boda y cuando descubrieron que estaba allí, todos los chistes y comentarios giraron hacia mi persona. Y tenía tremenda pena porque no me gusta ser centro”.
¿El mejor director?
“Pasé por muchos buenos. Me quedaría con Roberto Ledo, a pesar de ser de los más exigentes. No estuve bajo el mando de Ramón Carneado, pero según dicen era de grandes ideas y mucho conocimiento”.
¿Qué no le puede faltar a Medina para ser feliz?
“Mi familia, mis padres, mi esposa y mis hijos”.
¿El mejor catcher de Cuba?
“Hay muchos buenos y espero que el pueblo me tenga entre ellos”.
Y fue en la única ocasión en que no pensó la respuesta.
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Pregunta de la 11na semana del Concurso Deporte entuMovil!!!
¿¿Qué pelotero cubano es conocido con el sobrenombre El Hombre de Edmonton?
1) Pedro José Rodríguez; 2)Antonio Muñoz; 3) Pedro Medina.
R/Correcta 3) Pedro Medina
GANADORES:
El Gran Premio, consistente en un bate profesional de majagua firmado por el protagonista correspondió a:
- Humberto Rodés Condis, del municipio Moa, provincia de Holguín.
Los otros 4 ganadores que recibirán suscripciones gratis por un mes al servicio de preferencia de los vigentes en la carpeta de prestaciones por SMS de entuMovil, de Desoft, resultaron ser:
– Daniel Rojas Blanco, del municipio Holguín, provincia de Holguín.
– Kenia Carmenate Martínez, del municipio Sibanicú, provincia de Camagüey.
– AnisLeydis Cortés Pastrana, del municipio 10 de Octubre, provincia La Habana.
– Anastacia Ramírez Pérez, del municipio Mayarí, provincia de Holguín.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.
No dudo, ni usted lo haga; en recomendar a los aficionados ávidos de enriquecer su universo de conocimientos en materia deportiva; en leer los artículos que en estas páginas del proletario periódico Trabajadores, publica, casi todos los días un cronista ¡Cinco Estrellas!
Joel, gracias por esta entrevista a uno de los grandes de nuestro beisbol revolucionario, Pedro Medina de Guanabacoa, donde resido hace poco más de cinco años. Gracias, muy emotiva y sincera. Medina, es un gusto que seas de la capital y de la Cuba revolucionaria, que no rinde ni se vende.