Jorge Luis Coll Untoria, estudiante de Periodismo
Topar es una de las palabras de moda en los últimos tiempos si de deportes se habla, sin embargo, parece que eso de chocar internacionalmente se ha sobrevalorado, y muchos lo ven como la única vía para mejorar y potenciar los talentos.
Entre las diferentes causas del descenso en los resultados de nuestro movimiento deportivo en la actualidad, el tope parece cargar con todas. “No practicamos aquí, no entrenamos por allá”, aunque medirse de forma continua con contrincantes foráneos no es la solución imprescindible, y a veces resulta más dañino que provechoso.
Como ha sucedido con la contratación de atletas, la manera de afrontar el tema del fogueo internacional es muy ligera, pues del mismo modo que un voleibolista es incapaz de desarrollarse actuando en ligas que están por debajo de su nivel, los principales peloteros de Cuba se desgastan y contribuyen a la preparación de un inferior equipo nicaragüense en partidos intrascendentes para tantas figuras consagradas.
En ocasiones vemos que jugadores y selecciones de determinadas disciplinas van a una gira por varios países o asisten a una base de entrenamiento y luego el resultado en la competencia simplemente no cumple con las expectativas.
El roce con escuadras de otras latitudes es algo positivo, pero su valía se justifica cuando los atletas cubanos van a superarse, no a hacer que otros se superen. Y en caso de que esa fuera la única opción, se les debe entonces dar la oportunidad a los jóvenes.
Además, es bueno recordar, en aras del progreso, que existen muchas cosas para complementar los topes dentro del país. Por ejemplo, el rescate que se hace hoy de las instalaciones deportivas a diferentes niveles —fundamental para la correcta formación de nuevos talentos—, la mejora en recursos, implementos y lugares de alojamiento y preparación de los atletas de alto rendimiento, así como la realización de campeonatos nacionales fuertes y atractivos.
Es necesario que a la fiesta del tope asistan solo ciertos invitados, de lo contrario se convierte en un arma de doble filo. Hay una percepción que no parece estar usándose: ese fogueo en distintas disciplinas de manera idónea. Y entre ese no eres tú, no eres tú, no eres tú… soy yo que suena en las calles de La Habana, se nos van los resultados y las culpas las sigue pagando la falta de tope.