
Por Adislenes Ruenes César y Evelio Tellería Alfaro
Son octogenarios porque el almanaque así lo atestigua. Aunque tienen diferentes orígenes sociales, los une la huella de una misma época: el amor por la arquitectura y el afán de continuar siendo útiles.
¿Qué distingue a Samuel, Enrique y Tosca como arquitectos consagrados y que, aun jubilados, mantienen el brío de enseñar y aportar sus experiencias y sabiduría?: permanecer activos, ahí está el secreto.
Con una extensa labor a lo largo de seis decenios y probada valía profesional, hoy laboran en los sistemas constructivos que idearon para realizar distintas edificaciones: Enrique Marcelo D’Jongh Caula y Rolando Samuel Russel para la construcción de viviendas y Juan Tosca Sotolongo con la aplicación del sistema múltiple para las edificaciones en las alturas; estos últimos galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura Vida y Obra.
Ellos concuerdan en que la arquitectura es arte y ciencia a la vez; no conciben a un profesional de esa rama sin nociones de la construcción.
Se adentran en el pasado, en la década de los 50, y rememoran sus aspiraciones de ser arquitectos, a quienes les pagaban más y gozaban de mayor prestigio en comparación con los ingenieros.
A pie de obra
Enrique nació en Santiago de Cuba. La vocación por la arquitectura le llegó por el hogar. Desde niño comenzó a ver libros sobre la especialidad. “Mi padre era ingeniero civil graduado en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos.
“Yo era de familia burguesa, dedicada a actividades inmobiliarias en terrenos y construcción. Tenía mi futuro abierto, pero a muchas personas sin recursos les aplastaba la realidad económica.
“Tuve que venir en septiembre de 1949 a La Habana. Solo aquí se cursaba la carrera de Arquitectura en Cuba”.
Hay admiración en sus palabras cuando menciona a maestros prominentes como Antonio Quintana, Mario Romañach, Manolo Gutiérrez y Raúl González Romero, entre muchos otros. Opinan que un arquitecto tenía que conocer de las distintas materias de una obra: estructuras, suelos, plomería y electricidad.
También había que responder por los contratos, algo que actualmente se ha abandonado y constituye la base de cualquier proceso. Un elemento clave de estos es el costo de la obra, en el cual el contratista tiene que cumplir lo planeado.
Ese arquitecto negro seré yo
Samuel, el hijo de Josefina la jamaicana, es oriundo de Ciego de Ávila. De niño estuvo en el central Violeta y observó con atención las diferencias entre las casas donde vivían los trabajadores, y las de los hacendados y el administrador del ingenio. Anduvo el tiempo. La Habana lo recibió y se adentró en el mundo de las construcciones a través de la Escuela de Artes y Oficios.

Pensó que, al graduarse, comenzaría a trabajar como arquitecto. Sin embargo, cuando llegó a la planta rayonera de Matanzas un ingeniero le dijo: “Guarde ese título, usted va a ser peón. Debe marcar su tarjeta a las 6 y 45 de la mañana y estar en su puesto de trabajo cinco minutos antes de las 7.
“Yo era un joven de 17 años, con poca madurez —relata Samuel—, solamente había repartido cantinas cerca de la calle Infanta. Entonces allí vi injusticias y me preguntaba: ¿por qué un ingeniero tiene que gritarle a un trabajador para que cumpla su labor?
“A partir de aquel momento decidí estudiar arquitectura, recuerdo que mi familia me advirtió: ‘¡¿Tú estás loco?!, esa carrera es nada más que de ricos y blancos’.
“Le respondí a mi madre, que era empleada doméstica: Si hay un negro que se gradúe de arquitecto, ese voy a ser yo —expresa Samuel con un brillo de emoción en sus ojos—. Voy a estudiar arquitectura para hacerles la casa a ustedes’, les manifesté.
“Mi emoción más grande en la vida fue cuando llevé a mi madre y a mi tía a la nueva casa en Altahabana y les exprese: ‘Esta es la llave de su residencia’. Eso ocurrió en 1955; lograrlo para mí fue como un agradecimiento”.
Samuel rememoró que en el aula universitaria afrontó problemas de carácter racial y por su condición de pobre. “En una ocasión, un profesor me dijo: ‘Chico, ¿para qué tu estudias arquitectura si tú eres negro; para ser arquitecto hay que cambiar de auto todos los años y ser socio de un club’.
“No le contesté, pero me dio voluntad para enfrentarme a lo que me estaba diciendo. A pesar de todo, hoy, a 60 años de graduado, me siento agradecido de aquella Facultad de Arquitectura y de esa persona. Luego trabajé en la compañía mixta cubanonorteamericana Naroca”.
Valiente, emprendedor
Cuenta Tosca, y su voz se vuelve más baja mientras habla: “Desde que era muy joven siempre estaba haciendo algo, ya sea con madera u otro material, me encantaba construir muebles”, coloca su dedo índice en la sien decidido a volver a vivir todo. Primero fue en la carpintería de su tío Mongo, luego en una herrería. Construir era su pasión, lo cual le atrajo para ser arquitecto.
Terminó sus estudios de bachiller en Pinar del Río. Optó por concluirlos donde mismo comenzó, a pesar de haber desaprobado una asignatura al finalizar el curso.
Al llegar a La Habana habilitó una casa para huéspedes donde se alojaban jóvenes universitarios. Allí hacía de todo menos cocinar. Decidido y emprendedor, matriculó en la colina del Alma Máter tres años después.
“Me gustaba mucho el diseño, las formas, la estructura. Recuerdo que el profesor Quintana les decía a los estudiantes que no se reunieran conmigo porque yo tenía ideas muy extrañas de la arquitectura, sin embargo, al graduarme me preguntó si quería trabajar en su oficina y acepté”.
Aun siendo estudiante comenzó a trabajar en importantes compañías como Pujols Arquitectos y Moenck & Quintana, con los que colaboró en el proyecto de cabañas turísticas y áreas exteriores del Hotel Kawama, en Varadero.
En una ocasión, mientras laboraba en la firma, cuyo director era Quintana, notó que en la construcción del edificio del Seguro Médico —actual sede del MINSAP— se empleaban estribos con vigas como los utilizados usualmente en el diseño de la arquitectura.
Entonces sugirió que se incluyeran otras horizontales, además de las verticales. Al respecto fue refutado duramente por uno de los ingenieros, y él, con humildad pero con carácter, respondió que sentía que debía ser así. Y así se hizo.
Con esta anécdota confiesa su inclinación por el diseño y su fascinación por la estructura. Ejemplo de ello es el sistema constructivo SMAC, muy innovador desde el punto de vista estructural. Es “la unión viga-columna, sin tener que usar pasadores”, explica con sencillez el arquitecto a quien se le reconoció este sistema en cinco países como un invento en los años finales del 70, aunque no fue patentado.
Es Tosca el hombre sensible que logró colocarse, entre los arquitectos de la época y de años posteriores, entre los más reconocidos por su pasión por la Arquitectura.
Al principio hacía los dibujos y perspectivas de los proyectos de otros, sin la ayuda de los programas actuales de computación, sino a mano con reglas, cartabones y plumas.
Tosca no se detiene. Atemperado a los nuevos tiempos puso su maestría como arquitecto principal en la realización del relieve escultórico con la imagen de Camilo Cienfuegos en la Plaza de la Revolución José Martí.
¿Qué significa la arquitectura en sus vidas? ¿Algún mensaje a los jóvenes profesionales?
“La arquitectura es mi vida”, dijo sin reparos Enrique, “y lo que más me satisface es haber sido arquitecto en la Revolución”.
A lo que añadió Samuel: “A mí me enseñó a pensar y que por encima de la vocación está el patriotismo. Me enseñó el humanismo, a ser riguroso, organizado y que, como ser social, me debía al pueblo”. “El mensaje que les enviamos los veteranos a los jóvenes es que siempre piensen que lo primero en un profesional es la ética, servir al pueblo y velar por su identidad, que no se conformen, siempre aspiren a más”.
Muy interesante esta entrevista y muy merecido el homenaje a estos legendarios arquitectos cubanos….
Hay un error importante en el caso del arquitecto Tosca: el sistema SMAC no fue «reconocido en 5 países…» sino PATENTADO en esos 5 países….de hecho la última de las patentes obtenidas fue justamente la nuestro propio país….Tosca conserva los certificados originales de esas patentes….
Muchas gracias.