En el entorno musical cubano surge de vez en cuando uno de esos músicos alternativos que te deja sin aliento. Tal es el caso de Jorgito Kamankola, natural del Cerro, miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y rapero desde siempre, quien estuvo conversando con nuestro semanario.
¿Cuándo te diste cuenta que querías cantar y además ganarte la vida con ello?
A principios del año 1999 mi barrio comenzó una ola de rap cubano. Los casetes nos lo pasábamos de mano en mano y siempre sintonizábamos La Esquina del Rap, programa radial que emitían cada jueves en la noche. Empecé a escuchar canciones que me tocaron el alma, letras que me identificaban, y representaban para mí una poesía cruda y directa. Entonces entre dos socios y yo, empezamos a hacer nuestras canciones y a comprar backgrounds americanos. Así nació Sentencia, el primer grupo del que formé parte. Enseguida comprendí que esto era lo que yo quería ser, un hacedor de canciones sinceras, un reflejo en la voz de mi vida, de la vida de mis amigos, y el rap me señaló el camino.
¿Cómo fueron tus inicios en el ambiente musical?
Después de un tiempo nuestro grupo se desintegró. Mis otros amigos no siguieron en el rap, pero yo seguía escribiendo canciones. Casualmente di con una orquesta de un amigo, K-fé Habano, muy influenciado por grupos como Interactivo y Habana Abierta. Comencé a formar parte del grupo como rapero y también a componer las letras con melodías. Fue en ese momento que me di cuenta que mis necesidades musicales iban más allá del rap crudo. Más tarde este grupo también se deshizo y tuve la enorme suerte de empezar a trabajar con Aceituna sin Hueso. Era el utilero del grupo y también rapeaba en los intermedios. Miriela Moreno, su directora, fue una gran ayuda en mi carrera. Con ella canté en muchos escenarios del país, y por eso le debo mucho; principalmente en mis inicios, pues me mostró el camino de la música alternativa.
De ese período debo mi amistad con sus dos guitarristas de entonces, Yibrán Rivero y Vicente Alejandro (ahora grupo DcoraSon). Con ellos empecé a grabar lo que sería mi primer disco Musas Desechables, que estuvo nominado a Cuerda Viva, al Cubademo, y ganó el premio de mejor tema Spoken Word en el festival Puños Arriba. Por supuesto, fue lo que me introdujo ya más en serio en la plataforma musical, fue ahí que decidí crear mi propio proyecto: Kamankola.
¿Qué te inspira a escribir?
Mis musas son mis realidades, mi país, mi ciudad, mi familia, mis amigos, el poco mundo que conozco, las cosas que me parecen sinceras, el amor y la tristeza. Todas esas cosas me llevan al bolígrafo, y el bolígrafo a la hoja en blanco, y de ahí nacen las canciones.
A finales del 2013 ganaste una beca de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) para grabar un disco de forma profesional en los estudios de la Egrem, Antes que lo prohíban. ¿Cómo fue la experiencia?
Fue una aventura muy linda porque lo hice con mis amigos de siempre, Vicente Alejandro y Yibrán Rivero. Tuve como invitados a varios de los músicos de DcoraSon, a Samuel Águila y a Eme Alfonso, que dejaron su energía y su luz. Después de andar con mi disco por las disqueras, la falta de presupuesto hizo imposible la reproducción de este. Entonces apareció Robertico Ramos (diseñador del disco) y Marta María Ramírez, hablando de un tal Crowfounding o micromecenazgo, un sistema para conseguir financiamiento privado de mecenas que quieran aportar fondos para tu proyecto a través de Internet. De esta forma y con la ayuda de mucha gente alrededor del mundo, logré recaudar el dinero para la reproducción de 1000 copias.
¿Cuál tema crees que le pone el sello al disco?
Antes que lo prohíban es como un todo, cada tema hace el sello. Ninguno está grabado para rellenar, todos tienen su intención y su espacio. Es difícil seleccionar una canción como preferida, pero con una de las que más me dejo la piel es Los centinelas me fusilan.
¿Cómo se ve Jorgito en la escena musical cubana?
Hace un tiempo me he dado cuenta que tanto yo como muchos otros, formamos en la escena musical cubana lo que yo le llamo “La otra cultura nacional”, para la que cada vez hay menos espacios, la que sigue subterránea. Creo en los nuevos artistas que son sinceros, los que no hacen canciones para entrar en el mercado. Son pocos los que creen en resistir. La mayoría busca el camino más fácil, y no digo que esté mal, pero ir en contra del corazón, a la larga trae decepciones. Prefiero las canciones trascendentales y no las mensuales.
¿Dónde acaba Jorge Lian y comienza Jorgito Kamankola?
Jorge Lian es el que vive la vida cada segundo, Jorgito Kamankola el que vive cada segundo de la vida de Jorge Lian.