Un reflejo plural de las potencialidades del complejo artístico-literario que gira en torno de la décima trascendió —como era de esperar— del III Festival del Grupo Toda luz y toda mía, proyecto sociocultural del Centro Provincial del Libro en Sancti Spíritus.
El encuentro fue acogido por la tierra del Yayabo, durante cuatro días, con el Centro de Interpretación de la Ciudad como sede principal, cuando la agrupación anfitriona prepara su cuarto aniversario para el venidero noviembre. Esta tercera cita tuvo como invitados a una pequeña representación de España y a creadores de varias provincias de Cuba, en un fraterno cónclave dedicado al centenario del emblemático pedagogo y poeta Raúl Ferrer, y al Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus, uno de los más significativos investigadores literarios del país, ambos nacidos en tierras espirituanas.
Pero si deslicé el enigmático “como era de esperar” no fue de balde: Más de una decena de agrupaciones decimísticas han surgido espontáneamente desde los años 90 en nuestro panorama cultural y el Grupo Toda luz y toda mía es de las más recientes, no obstante lo cual es también de las más activas, con sus tertulias itinerantes que de un mes a otro pueden ir de una cooperativa a una facultad universitaria, de una biblioteca al festejo centenario de una ciudad, de un guateque a una lectura de poesía, siempre tendiendo puentes entre la cultura y la historia, siempre con su lema de Toda luz y toda mía, diferente cada vez.
De esto se habló, y bien, en el espacio teórico, uno de los platos fuertes de este III Festival, junto con la premiación de la cuarta edición de su concurso de décima escrita, todo aderezado con las presentaciones de libros y las participaciones escénicas, las cuales fueron de la música de concierto y el coro comunitario a la parranda típica, de las actuaciones humorísticas a la serenata en plena calle a medianoche, de las tonadas interpretadas por adultos y por niños a la exposición de décimas escritas e ilustradas por infantes, de la contralectura entre poetas escritores y poetas repentistas al guateque grande de clausura. Más luz que sombras, que las hubo, pero sin que oscurecieran las iluminaciones fundamentales del evento, tras el cual podrán los organizadores esclarecer desaguisados para evitarlos en el futuro.
El convite para la reflexión pide a gritos su ampliación para años próximos, al decir apasionado de la poetisa Merari Mangly, presidenta de la agrupación anfitriona. En él, que esta vez duró solamente una mañana, además de la ya apuntada ponderación de Toda luz… entre las actuales colectividades decimísticas y la amplia interacción de trabajo entre ellas, fue medular la conferencia del Doctor Virgilio López Lemus, en torno a la historicidad de la poesía en estrofas de diez versos como parte de un complejo proceso de conformación de estructuras literarias, y la necesidad de asumirla con flexibilidad científica y no con caprichosos afanes categorizadores. La intervención no estuvo exenta, por fortuna, de novedades como la terminación por este autor de un nuevo volumen investigativo, con el cual podrán contar próximamente los estudiosos.
Entre otros momentos de esta sesión de análisis, el profesor y poeta Ramón Díaz Medina, miembro del Grupo Toda luz y toda mía, examinó con talento y cariño la obra literaria y revolucionaria de Raúl Ferrer, mientras la española María Rosario Hernández compartió realizaciones y sueños acerca de la actual poesía en décimas de su país, y el también bardo y docente Jesús Arencibia, joven coordinador de las tertulias de lectores de la columna La tecla del Duende, de Juventud Rebelde, reveló la habitual presencia de la estrofa en todo ese movimiento que agrupa a cientos de contertulios en toda Cuba.
Este propio escritor, ya en la noche, presentó el documental Virgilio López Lemus. Poesía, razón de vida, del realizador holguinero Idalberto Betancourt, mientras la velada se complementaba con otro audiovisual que recoge instantes significativos del corto pero intenso quehacer de Toda luz y toda mía.
Los resultados del certamen
La cuarta edición del concurso de décima escrita Toda luz y toda mía aportó al Festival, con su premiación, una página particularmente emotiva, presidida por el jurado: Antonio Rodríguez Salvador, Junior Fernández Guerra y Pedro Péglez González. El premio principal fue a manos de Elizabeth Reinosa Aliaga (Bayamo, Granma, 1988) por su obra Fugas, que fue presentada allí mismo como plegable impreso por Ediciones Luminaria. El lauro en la categoría de preuniversitario lo mereció Confesiones del herido, de Argel Carrazana (Las Tunas, 1998), mientras Luisa Oneida Landín (La Habana 1951) con su texto Y yo tan lejos del cielo conquistaba el galardón que otorga el Grupo Décima al filo, y el Premio Solidaridad, que concede el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, correspondió a Estados de ánimo, del poeta argentino Juan Carlos Pirali (1941). El conjunto de poemas reconocidos fue presentado en una tirada reducida y semimanufacturada por las tuneras Ediciones EncaminARTE.
Modesto Peglez al no mencionar la hermosa lectura de sus versos en la última noche del evento, cuando sobreponiéndose a la lluvia y además de ella, vibró la palabra para mostrar con cuanta maestría son capaces de recolectar la poesía que esconde cada momento de la vida y devolverla hecha luz.