Es el viernes el día “bueno” del aeropuerto internacional Abel Santamaría, de Santa Clara, aseguraron sus trabajadores. Las naves llegan y salen casi una continua a la otra. Específicamente sobrepasan las 20 operaciones y se atienden más de 5 mil pasajeros, con destino fundamentalmente al polo turístico de la cayería norte de Villa Clara.
Dicen que la instalación, perteneciente a la Empresa Cubana de Aeropuertos y Servicios Aeronáuticos (Ecasa), funciona como un reloj apropiadamente ajustado y con un acoplamiento exacto entre la aduana, inmigración, autoridades sanitarias, la empresa especializada que se dedica a prestar servicios gastronómicos a las aerolíneas y el resto de los implicados en una actividad como esta.
Muchos son los protagonistas del ajetreo organizado, que aunque tiene el viernes como día más complejo, no deja de ser agitado el resto de la semana.
Eymel Ávalo González, coordinador técnico de operaciones de la instalación, y Granilén Fonte, con casi dos décadas en la Aviación Civil y jefa de unidad de Operaciones en Tierra, son dos de ellos.
“En sus inicios fueron 12 vuelos semanales y actualmente superan los 80. Hay que coordinar los servicios con precisión mientras la nave está en tierra: limpieza, avituallamientos, suministro de combustible, tramitación de documentos, medidas de seguridad, entre otras”, detalló él.
Este joven, vanguardia a nivel de centro, recordó que muchas veces vio pasar con asombro aeronaves que se dirigían hasta la entonces pequeña pista desde el preuniversitario donde daba clases, porque es maestro de profesión.
“El sonido de los motores, ver volar y panear en el aire a los aviones siempre me emocionó. Por eso cuando supe que se captaba personal para conformar la fuerza laboral del aeropuerto no lo dudé y vine”, declaró.
Cuentan quienes lo conocen que con su decisión se perdió un buen profesor, pero también aseguran que se ganó un trabajador competente, organizado, honesto y leal.
A Granilén se le observa dando orientaciones para que todos los servicios contratados a las aerolíneas se efectúen con certeza. Ella es dinámica y a la vez ecuánime, tiene una energía dulce que hace viable el trabajo. Ambos logran integrar al colectivo en un todo orgánico.
La labor de Eymel, Granilén y la del resto de los trabajadores han hecho posible que el centro sea reconocido como vanguardia nacional por nueve años consecutivos.
En ello se destacan los altos índices de eficiencia: 21 minutos como tiempo de estancia de los pasajeros, lo que los ubica entre los más bajos del país, seguridad aeronáutica casi impecable; en nueve años solo se le ha ocasionado un rayón a un avión, satisfacción del cliente al 98,4 % a partir de las encuestas a representantes de aerolíneas, turoperadores, tripulantes, pasajeros y el cumplimiento estricto de los itinerarios.
En el año 1998 con el desarrollo del turismo del territorio se reabrió la instalación, que primero fue aeropuerto nacional y luego en el 2001 asumió la categoría de internacional. Para garantizar las condiciones de los vuelos fue ampliada: actualmente posee una pista de 3 mil 17 metros de longitud donde aterrizan aviones de mediano y gran porte, además se han modernizado todos los servicios, capaz de asimilar 800 pasajeros hora. En el 2014 atendieron a más de 612 mil clientes internacionales y unas 4 mil 500 aeronaves.
Su principal mercado son aerolíneas canadienses, otras de Estados Unidos, Alemania, Polonia, por supuesto Cubana de Aviación y recientemente los vuelos con la de Copa Airlines de Panamá, con la que quedó conectada la ciudad de Santa Clara con más de 20 urbes de América Latina.
En este aeropuerto sobresale la atención al trabajador, y la implementación de la Resolución 17, que establece el pago del salario por los resultados, se comporta favorablemente, según informó Jacinto Díaz Quiñones, secretario general del buró sindical de la unidad empresarial, quien también aseguró que el plan del 2015 puede cumplirse, e incluso sobrecumplirse.