Pedro A. Quiñones: Pintor a punta de tijeras

Pedro A. Quiñones: Pintor a punta de tijeras

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De acuerdo con su definición, el patchwork es una palabra inglesa, con la que se identifican los trabajos de remiendo, es decir, la elaboración de piezas uniendo pedazos de telas de diferentes tipos y colores, tarea que en Hispanoamérica se conoce como parches o simplemente parche. Junto a las aplicaciones y los acolchados, son tres tipos de técnicas diferentes pero estrechamente interrelacionadas, al punto de que pueden conjuntamente emplearse.

Muchas centurias después de sus primeros usos en Europa, el parche es en Cuba una de las más laboriosas y hermosas expresiones artesanales artísticas, entre cuyos máximos exponentes se encuentra el laureado artífice moronense Pedro Antonio Quiñones Triana, un creador autodidacto que igualmente se desempeña como promotor cultural en aquella proverbial urbe del norte de la provincia de Ciego de Ávila.

En el año 1996, cuando en su ciudad comenzó a proliferar el resurgimiento de una de las más útiles artesanías domésticas del pasado, se organizó allí una muestra con piezas realizadas mediante esta técnica. Su principal promotor fue Quiñones, quien desde entonces sintió especial devoción por crear imágenes con fragmentos de tejidos unidos entre sí mediante costuras. “Comencé con cautela, estudiando a los que más se han destacado en este aparentemente fácil ejercicio artístico”, dijo.

Hacia finales del año siguiente, el también miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) se reunió con un grupo de creadores moronenses para discutir con ellos la creación del Salón Mi Gallo, el cual, desde entonces, convoca la Galería de arte Hugo Cortijo —que hace varios años él también dirige—. La XII edición de este evento se realizó el pasado mes de mayo, nuevamente dedicado a las artes aplicadas o artesanía popular, como parte de las actividades por la Semana de la Cultura. “Esta vez concursaron 39 obras de 32 artistas de las provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey. El Premio de la Popularidad fue entregado, como cada año, el 24 de mayo, en el acto central por la celebración del aniversario 471 de la Mercedación del Hato de Morón”, dijo.

Resplandor. 64½ x 80 cm, 2012.
Resplandor. 64½ x 80 cm, 2012.

 

Una característica recurrente en las obras del maestro Quiñones es su marcado acento nacional, algunas de ellas como remembranzas de las raíces de la cultura afrocubana, o recreadas en asuntos relacionados con nuestras costumbres e idiosincrasia. Su producción sobresale, fundamentalmente, en la elaboración de tapices, muchos de ellos premiados por constituir legítimas expresiones del arte popular, en las que la mujer, la naturaleza y el cálido y multicolor universo caribeño resaltan en la complejidad de sus composiciones de medianos formatos, que a cierta distancia pueden confundir a cualquier experto observador que piensa que se trata de pinturas realizadas con óleo o acrílico.

Quiñones se vale de cualquier retazo de tela que para otros resultaría inservible. Aguja en manos o mediante el uso de la máquina de coser, este diestro realizador de dibujos a punta de tijeras, domina las disímiles técnicas del parche más ejercitadas en Cuba —apliqué, baltimore, hawaiano y parche inglés, entre otras—. Con ellas exterioriza un rico imaginario artístico, a través de la unión de tejidos de diversas gamas y texturas. Sus diseños son concebidos con originalidad, inteligencia y especial interés en la búsqueda de la belleza. Pintor con telas e hilos, su obra forma parte de importantes colecciones en Cuba y en casi todos los continentes.

El parche es uno de los recursos más antiguos utilizados por el hombre en las milenarias faenas de costuras. Su uso, probablemente se debió más a la necesidad que a las pretensiones ornamentales (artesanías artísticas), puesto que transcurrió mucho tiempo antes de que estos artículos fueran pensados como tales. Tan antigua es esta modalidad textil que ya desde el lejano siglo IX, antes de nuestra era (a.n.e.) existen referentes de su uso, como una tienda funeraria egipcia, así como una funda para silla de montar con aplicaciones de fieltro del siglo V o IV a.n.e. hallada en el sur de Siberia, y una alfombra acolchada de la región de Turania, junto al Mar Negro, que data del siglo I a.n.e.  

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