Lo escribimos hace algún tiempo y lo volvemos a escribir: ¿por qué la televisión transmite películas con subtítulos defectuosos, a destiempo, con problemas de concordancia, con garrafales errores ortográficos, con pésimas traducciones? Hace algunos domingos, en Arte Siete, se llegó al extremo de poner frases en inglés.
No es serio, no es conveniente, no debería ser ni siquiera concebible. Pero pasa una y otra vez.
Ya se sabe que no resulta fácil completar una programación cinematográfica muy ambiciosa. Imaginamos que las procedencias de las copias sean disímiles. Pero ni siquiera el cartelito que anuncia que “esta película no ha sido subtitulada por la Televisión Cubana, discúlpenos las molestias” salva la responsabilidad de la institución.
Vamos a decirlo una vez más, con todas las letras: la televisión nacional —que es pública, que tiene una marcada vocación cultural y educativa— no puede permitirse faltas de ortografía. No es un consejo, algo que tomar en cuenta o no. Es un imperativo. Es extraño, de hecho, que las instancias educacionales de este país no se pronuncien con más fuerza sobre ese problema.
Habrá que buscar alternativas. Habrá que rastrear mejor los subtítulos por internet y hacerles las correspondientes correcciones. Habrá que prescindir de ciertas películas si las traducciones son pésimas.
En los tiempos que corren parece inaudito que sea tan difícil corregir un subtítulo. Alguien tiene que asumir esa responsabilidad.
Copiar y pegar
A estas alturas nadie podrá tener dudas sobre la capacidad de nuestros diseñadores gráficos. Es obvio que la Televisión Cubana (TVC) no siempre tiene a su disposición a buenos profesionales de ese sector. Quizás sea hora de “tercerizar” esos servicios. Si algunas instituciones culturales como Casa de las Américas, el Consejo Nacional de Artes Escénicas, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)… pueden costear mensajes audiovisuales de excelente factura, ¿por qué no la TVC?
Un programa como 23 y M, por ejemplo, suele tomar spots extranjeros, concebidos con otros fines, y les superpone (con mayor o menor cuidado) mensajes promocionales del espacio. La suerte es que las leyes de derecho de autor están en pañales en este país, en otro ámbito pudieran enfrentar grandes demandas.
Pero el asunto es más complejo. Quedémonos en la sugerencia: si pueden hacer un spot original, no copien el ajeno.